Cientos de miles de niños nacen prematuros todos los años en Iberoamérica, una tendencia que no para de crecer, pero a la que la Red de Bancos de Leche Humana de la región intenta dar respuesta a través de la donación altruista de miles de madres.
Tan solo en el banco de leche regional Aladina-MGU de la Comunidad de Madrid, que tiene su sede en el hospital 12 de octubre de la capital española, atienden de media a 600 niños cada año gracias a la donación de las mujeres que se llevan a cabo en el hospital y también en sus propios domicilios.
El banco abrió en 2007, convirtiéndose en el segundo de España tras seguir los pasos de sus homólogos iberoamericanos, sobre todo los brasileños, que lideran esta forma de cooperación en la región.
Así lo cuenta Nadia Raquel García, coordinadora del Aladina, quien recuerda como en los comienzos del banco contaron con el apoyo de la Fundación Fiocruz de Rio de Janeiro, que les ayudó para poner a punto las instalaciones y también los protocolos necesarios.
En los diez años de vida del banco, tan solo en España, donde ya hay doce bancos regionales, más de mil mujeres donaron su leche para cerca de dos mil neonatos, según datos de la Asociación Española de Bancos de Leche Humana.
“Empieza a ser ya importante la cobertura, desde luego no podemos parar hasta que todos los niños que lo necesiten no tengan leche donada, pero se ha trabajado mucho y hacemos una labor importante para apoyar a todos los hospitales que quieran abrir uno”, opina.
Cuenta que el objetivo es que todos los centros españoles tengan aún más relación con el resto de la red iberoamericana, con la que ya está en contacto a través de reuniones anuales y de rotaciones temporales de profesionales que conocen las experiencias de otros países.
Aunque García celebra que la cifra de donantes no deja de crecer – empezaron con unas cien madres y ahora están en 250 -, subraya que aún falta leche para satisfacer la necesidad de los bebés.
Ayuda a sobrevivir a miles de niños
Y pese a que las cifras sean una cuestión importante, se queda con la idea de que la donación es “un acto altruista para ayudar a que miles de niños sobrevivan y tengan un mejor futuro”.
En ese sentido, Jennifer Naranjo, madre de Oliver, quien lleva varias semanas ingresado en el 12 de octubre y recibiendo leche donada tras nacer prematuramente, se muestra “muy agradecida” por las donaciones y asegura que si ella pudiera dar leche para otros bebes no se lo “pensaría”.
“No es lo mismo la leche materna que la de fórmula, me parece una acción muy buena y me parece maravilloso que las mujeres que pueden producir, tengan esa iniciativa de someterse también a ese trabajo de extraerse la leche”, expresa.
Al igual que Naranjo, Victorina Álvarez no supo de la existencia de los bancos de leche hasta que fue madre por primera vez, cuando se convirtió en donante.
“Tenía muchísimo calostro -la primera leche- y una matrona me dijo que en el 12 de octubre hacían extracción para otros bebes y para estas cosas siempre te pones en el caso de quien lo necesita”, cuenta.
Álvarez insiste en la importancia de darle más visibilidad a estos sistemas ya que “incluso hay muchas matronas que no lo conocen” y asegura que la experiencia es “tan gratificante” que el esfuerzo que también implica queda en un segundo plano.
“Cuando voy a llevar la leche al hospital y me asomo por neonatología me entra una emoción que se me saltan las lágrimas de ver a esos bebes que están entre la vida y la muerte y tú aportas tu granito de arena para que vayan adelante”, prosigue.
Ella lo tiene claro, “cuando estás menos motivada, pienso en que un bebé prematuro necesita muy poca leche para tener una ración así es que apuro lo que puedo y sé que estoy ayudando aún más”.