Unos 30 jóvenes con síndrome de Down atienden una cafetería en Guadalajara, capital del occidental estado mexicano de Jalisco, con la que buscan fomentar los negocios incluyente y ofrecer capacitación laboral a las personas con esta condición.
El café es un proyecto de Córdica 21, una asociación con 10 años de antigüedad que impulsa el desarrollo escolar, social y deportivo de niñas y jóvenes que tienen este desorden genético con la intención de hacer visible su potencial, dice a Efe su directora, Laura Ruiz Borrayo. “El objetivo de nuestra cafetería es mejorar su autoestima, mejorar su independencia en su casa, que es donde queremos ver los resultados, y también mostrar ese mensaje a la sociedad de que son capaces y que como cualquier persona tienen mucho que ofertar al mundo”, explica. TrabajoLos jóvenes se desempeñan como reposteros y meseros en el pequeño local adaptado en la planta baja del colegio de Córdica 21 del cual egresaron. Con su mandil café reciben y sirven a los clientes, ayudados por un barista que prepara las bebidas y por Don Miguel, quien está al pendiente de que no haga falta ningún insumo. Las cinco mujeres y los siete varones que atienden las mesas alternan turnos y días de trabajo para evitar sobrecargarlos de responsabilidades, mientras que otros 18 trabajan desde la cocina dedicados a preparar las galletas, pastelitos y pais que se sirven en la cafetería, indica la directora.
IdeaAñade que la idea de abrir la cafetería surgió desde hace un par de años como una forma de que los jóvenes que son mayores de edad y terminaron sus estudios en el colegio tuvieran opciones de desarrollo laboral y acumularan experiencia. Junto con los padres de familia y algunos benefactores salió adelante lo que ella denomina un “negocio social” que funciona como taller en el que, además de capacitar a los chicos, se les ofrece una pequeña remuneración económica que les hace sentir “orgullosos” y “productivos como cualquier persona”, asegura. “Es un taller de capacitación laboral pero abierto al público, para romper poco a poco la esfera de sobreprotección en la que normalmente tienen a las personas con discapacidad”, menciona Ruiz Borrayo.
Bien recibidoCon apenas un par de semanas abrir sus puertas al público, el café ha sido bien recibido por los clientes. Ha sido “un boom”, dice sonriente a Efe Ricardo Limón Carranza, uno de los jóvenes meseros. El joven fue invitado por la directora a unirse a este proyecto al que dice “amar” por “las enseñanzas” que le ha dejado hasta ahora. “No es fácil tener una cafetería; esto es un plus para las personas con síndrome de Down. A los compañeros les sirve de experiencia porque ellos también aportan. Somos un equipo”, afirma.
Dice estar consciente de que las personas con síndrome de Down también pueden tener un trabajo pues no se van a llenar el estómago “con amor y con abrazos”, bromea. “Nosotros somos gente humana, no estamos en casa, no estamos con las manos atadas, no estamos nomás encerrados, sino al contrario, tenemos que desarrollarnos en la vida cotidiana”, afirma. “Esperemos que sea una realidad a corto plazo abrir más cafeterías inclusivas y emplear a más personas con síndrome de Down y con discapacidad intelectual”, declara. EFE |