Muchos recordamos los 31 de diciembre en Guatemala por la variedad de rituales, costumbres o tradiciones que se hacen a las 12 de las noche. Además de la buena comida, las tradiciones de año nuevo son otro momento clásico de toda celebración del nuevo año.
Algunas de las tradiciones de fin de año en más recordadas son:
– Dar una vuelta a la calle con un par de maletas para tener un nuevo año lleno de viajes
– Atragantarse con 12 uvas al momento de las campanadas, una por cada campanada, en la cuenta regresiva a la vez que van pidiendo deseos por cada uva.
– Romper las copas para dejar el pasado atrás y abrir paso al futuro prometedor del nuevo año
– Ponerse ropa íntima amarilla para la buena suerte
– Al momento de la medianoche tener dinero en el bolsillo que quiere decir prosperidad económica en el nuevo año
– Escribir los deseos en una carta que, ya en enero, cada uno quema para asegurarse de que nadie más pueda leerla.
– Utilizar ropa interior roja para encontrar el amor ideal.
– Ponerse la ropa interior al revés, con el propósito de tener mucha ropa nueva en el año venidero.
– Lanzar cosas viejas por la ventana
– Limpiar la casa de adentro hacia fuera con agua y desechar el agua usada fuera de la casa para eliminar la energía negativa (el día de fin de año)
– Pasearse por debajo de la mesa con la finalidad de conseguirse un buen novio(a)
¿Alguien se sabe más tradiciones de fin de año en Guatemala?
Yo no olvido el año viejo.
A inicios de la década de los cincuenta, Tony Camargo de origen mexicano viajó a Venezuela para realizar algunas presentaciones y fue allá en donde conoció el tema El año viejo. A Camargo le gustó mucho la canción y de regreso a su país comenzó a trabajar en un arreglo, manteniendo su ritmo original que era el de porro sudamericano. En el año 1953, Camargo grabó un disco de larga duración en donde incluyó El año viejo, acompañado por la orquesta venezolana de Rafael de Paz, tema que lo impulsaría a la fama internacional.
El tema poco a poco fue ganándose la preferencia del público, debido a su ritmo pegajoso y a su letra, que pareciera ser un tributo a la sencillez de las pequeñas cosas y al desprendimiento de las fatuas ambiciones, pues el intérprete aquilata el valor de una cabra, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra.
Escuchemos un poquito…