Escondidos detrás de unos carteles, junto al río Rojo, los hombres se desnudan antes de zambullirse, jugar al ajedrez o correr un rato.
“Para nosotros, es importante venir aquí pues queremos estar en buena salud”, explica Nguyen Tuan Nghia, de 43 años, que lleva acudiendo a esta improvisada playa nudista desde hace 18 años.
Este budista recientemente convertido al protestantismo ve en el nudismo una forma de regresión, de vuelta a la infancia, algo así como “un renacimiento por la gracia de Jesús o Buda”.
La mayoría son funcionarios. Algunos vienen cada día, aunque la temperatura de este periodo “invernal” no supere los 20ºC. Tras el baño, los nadadores entran en calor con un poco de té, hervido en una pequeña hoguera.
No existe ninguna asociación oficial de nudistas, como tampoco la hay en la vecina China. Los adeptos de la vida al desnudo se han apropiado de esta playa salvaje, donde la policía les deja actuar siempre y cuando no causen alboroto.
Pues en Vietnam -como en Camboya o en Birmania- la desnudez es un tabú. Y esto pese a que cada vez haya más reuniones de nadadores nudistas en China, a que Tailandia cuenta con algunos retiros naturistas (sobre todo para extranjeros) y que la tradición de los baños públicos, donde se entra desnudo, conserva su popularidad en Japón y Corea del Sur.
Desnudez tabú
La desnudez está estrictamente reglamentada en las películas y en el arte en general en Vietnam y en China. En septiembre, durante la primera exposición de fotos de desnudos organizada en Ciudad Ho Chi Minh (antigua Saigón), no todas las fotos pasaron la censura.
La contaminación del río Rojo, que nace en el sur de China antes de pasar por Vietnam, en su camino hacia el mar de China, no impide a los naturistas afirmar que bañarse en él es bueno para la salud.
Reportaje de AFP por Jenny VAUGHAN