Los personajes de los frescos de la Capilla Sixtina cobran vida gracias a los efectos especiales creados para el espectáculo multimedia inaugurado este viernes en Roma, que invita a sumergirse en el magnífico universo del genio del Renacimiento Miguel Ángel.
El espectáculo, realizado con la colaboración del Vaticano, cuenta con la música original de la estrella pop británica Sting y utiliza tecnologías ultra modernas para conocer la célebre obra maestra del artista florentino.
Dirigido por el italiano Marco Balich, conocido por haber creado las ceremonias de los Juegos Olímpicos de Turín y Río de Janeiro, lleva como título “El juicio universal” y mezcla arte con entretenimiento, historia con teatro.
De 60 minutos de duración, ha sido programado en el teatro de Vía de la Conciliación, en la avenida que conduce a la basílica de San Pedro y justamente a su famosa Capilla Sixtina, visitada diariamente por unos 20 mil turistas.
Se trata de una experiencia especial ya que tanto el escenario como las paredes y el techo del teatro han sido equipados con lienzos para proyectar fotografías en alta definición proporcionadas por los Museos del Vaticano.
El objetivo es transmitir la sensación de estar sentado en medio de la magnífica capilla con una visión a 270 grados.
Entre los jardines del Edén, Adán y Eva bailan mientras una exuberante vegetación sube por las paredes laterales hasta el techo.
El arca de Noé zarpa en medio de la tormenta, mientras el diluvio castiga a los humanos.
“Tratamos de aplicar nuestro lenguaje tecnológico a un monumento de la Humanidad”, explicó Balich.
Los bloques de mármol se deslizan misteriosamente sobre el escenario y aparece un actor que encarna a Miguel Ángel, frente a una enorme roca sin forma.
“Todo está allá adentro… busco la belleza, la belleza es todo para mí, es mi obsesión”, dice una voz fuera de campo. De ese monolito surgirá luego una escultura.
Tras esa génesis, aparece el papa Sixto IV (1471-1484), quien decide restaurar una capilla medieval a la que le da luego su nombre. Para ello llama a grandes artistas de su tiempo como Perugino, Botticelli y Ghirlandaio, cuyas pinturas bíblicas aparecen en las paredes laterales.
En 1508 llega el florentino Michelangelo Buonarroti, de 30 años, para decorar con frescos el techo de ese espacio monumental a pedido del papa Julio II (1503-1513).
Conocido como escultor reconoce que será una locura pintar 1.000 metros cuadrados de techo (500 días hábiles de trabajo) sin conocer las técnicas de los frescos.
Treinta años más tarde, otro papa, Clemente VII (1523-1534), le solicitará un fresco para el altar mayor, el Juicio Final, será su obra maestra.
https://youtu.be/40x4K59cMw0
Fuente: AFP.