Con información de la Voz de América
El exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva desafío el viernes una orden de un juez de ir a prisión para comenzar a cumplir una condena de 12 años por corrupción que probablemente termine con sus esperanzas de recuperar la presidencia.
Lula permaneció rodeado de colaboradores y aliados en la sede del sindicato de trabajadores siderúrgicos en Sao Bernardo do Campo, en el área metropolitana de Sao Paulo donde comenzó su carrera política, lo que creó una pulseada que se alargaría hasta el fin de semana.
Las negociaciones entre los asesores de Lula y la Policía Federal para organizar su ingreso a prisión continuaban el viernes por la noche, según dos personas con conocimiento del tema. Una de las fuentes, que pidió el anonimato, afirmó que no sería detenido antes del sábado.
La líder del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hoffmann, dijo que Lula asistiría a una misa el sábado por la mañana en la misma sede del sindicato para conmemorar el cumpleaños de su fallecida esposa Marisa. Hoffmann negó reportes de que estaba negociando su rendición.
Lula da Silva no se entrega a la Justicia en el plazo previsto en auto de prisión.
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El equipo legal de Lula envió una petición tarde el viernes a la corte suprema para anular la orden de prisión, luego de perder un pedido de último minuto en una corte de apelaciones. Los abogados argumentan que han agotado las apelaciones de procedimiento e insistieron en que el caso busca sacar al exmandatario de la carrera presidencial que encabeza.
Cientos de partidarios vestidos de rojo llenaron las adyacencias al edificio sindical. Gritaban y daban desafiantes discursos calificando al caso como una “caza de brujas”. Una pancarta mostraba la cara sonriente de Lula en una máquina de votación electrónica.
“Estamos aquí para demostrar que los trabajadores resistiremos este ataque contra la democracia”, dijo Jorge Nazareno, un líder sindical.
El expresidente no se había dirigido a la multitud casi 24 horas después de haber llegado al edificio, pero apareció brevemente a través de una ventana para saludar.
El mismo sindicato de trabajadores metalúrgicos en los suburbios industriales de Sao Paulo le sirvió de plataforma de lanzamiento de su carrera política hace casi cuatro décadas, cuando lideró huelgas en todo el país que ayudaron a terminar con el gobierno militar de 1964-1985.
A Lula da Silva se le acaba el plazo para entregarse a la justicia brasileña.
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La caída
El estilo de hombre común de Lula y discursos sin adornos electrificaron a las masas gobernadas por la élite y finalmente ganó dos mandatos como presidente, entre 2003 a 2011, desde donde manejó un robusto crecimiento económico y la caída de la desigualdad en medio del auge de las materias primas.
Dejó el poder con una aprobación del 83 por ciento y fue denominado como “el político más popular sobre la tierra” por el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama.
La caída de Lula ha sido tan deslumbrante como las investigaciones por corrupción sin precedentes que han convulsionado Brasil en los últimos cuatro años, enviando a prisión a decenas de políticos y líderes empresariales que se consideró por mucho tiempo que estaban por sobre la ley.
El juez federal Sergio Moro, quien ha llevado adelante gran parte de los casos en la mayor pesquisa por corrupción en la historia de Brasil y que emitió la orden de prisión para Lula, escribió que el exmandatario no debería ser esposado y que tendría una celda especial en Curitiba, donde fue sometido a juicio.
Lula da Silva, de vuelta a la cárcel 40 años después.
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Lula fue condenado el año pasado por corrupción pasiva y lavado de dinero en un caso que involucra la cesión de un apartamento en un balneario del estado de Sao Paulo a cambio de contratos para una constructora con la petrolera Petrobras, empresa que está controlada por el Estado.
El Supremo Tribunal Federal rechazó el jueves el pedido de Lula de mantener su libertad hasta que agotara todas las instancias de apelación, allanando el camino para su encarcelamiento.
El dictamen finalizaría con la carrera política de Lula abriendo las elecciones de octubre, dejando a la izquierda brasileña sin un candidato obvio para volver al poder tras el impopular actual presidente Michel Temer.
Con información de la Voz de América
Entrega de Lula "no está definida" y podría ser en Sao Paulo, según Policía.
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