El silencio absoluto llegó a Luis Gustavo Da Silva, un niño de 9, de Bueno Brandão, Brasil, cuando el implante auditivo quirúrgico que llevaba dejó de funcionar repentinamente.
La situación para el pequeño no fue fácil de encajar: de pronto se había quedado sin poder oír las voces de sus familiares, la música que tanto le gusta o el ruido de los juegos en su colegio.
Luis Gustavo viene de una familia humilde que no tenía dinero suficiente para costearse otro aparato nuevo valorado en unos siete mil 600 reales brasileños, uno 2 mil 200 dólares.
Pero la historia de Luis Gustavo comenzó a conmover los corazones y a despertar la solidaridad de sus vecinos.
Los vecinos organizaron una rifa, en 15 días lograron vender las suficientes como para costear un nuevo aparato.
Como agradecimiento, Julián, de 32 años, padre del pequeño, registró el emotivo momento en que su hijo volvía a oír por primera vez después de todo lo pasado.
Luis Gustavo pega un brinco de alegría al comprobar que finalmente puede oír, y visiblemente emocionado, se lanza a abrazar y a agradecer a las personas que en ese momento se encontraban a su alrededor.