Mucha gente no sabe escribir la «g» minúscula tal y como la vemos impresa cada día en libros, revistas y periódicos. Esto no pasa con las otras letras, ¿por qué?
La mayoría de las personas desconoce que existen dos versiones de la letra ‘g’ minúscula en los textos y, si lo hacen, no saben escribir la que normalmente vemos impresa en libros y periódicos. Esta es la conclusión de un estudio de investigadores de la Universidad Johns Hopkins (Baltimore, EE.UU.), que aparece publicado en la revista Journal of Experimental Psychology: Human Perception and Performance.
“Creemos que si miramos un texto durante el tiempo suficiente, especialmente si tenemos que prestar atención a las formas de las letras, sabremos reproducirlas, pero nuestros resultados indican que no siempre es el caso”, señala el profesor de investigación en Ciencias Cognitivas Michael McCloskey, autor principal del estudio.
La letra g minúscula tiene dos versiones. Una de ellas es la que usamos (la mayoría) cuando escribimos, en forma de círculo con un gancho colgando.
Y la segunda es la que usan tipografías como Times New Roman y Calibri, que se ve en la mayoría de los materiales impresos. Se forma con dos círculos, el de abajo más achatado, unidos por un gancho a la izquierda.
“Lo que parece que sucede –dice McCloskey– es que aprendemos las formas de la mayoría de las letras porque tenemos que escribirlas en la escuela, pero la segunda versión de la letra ‘g’, que tiene una forma muy particular, no nos la han enseñado a escribir”.
El experimento
Los investigadores realizaron un experimento para saber si las personas sabían que había dos tipos de ‘g’ minúscula. Para ello, pidieron a 38 adultos que enumeraran las letras con dos variedades minúsculas. Solo dos nombraron la letra ‘g’ y únicamente uno escribió ambas formas correctamente.
A continuación, los investigadores pidieron a 16 voluntarios que leyeran en silencio un párrafo con muchas letras ‘g’ del tipo más común en textos y que pronunciaran en voz alta cada palabra que contenía la ‘g’. Después se les pidió que escribieran la ‘g’ que acababan de ver.
La mitad de ellos escribió el tipo incorrecto y solo uno fue capaz de escribir la versión requerida. “No saben cómo es esta letra, aunque puedan leerla”, señala Gali Ellenblum, otro de los autores. “Esto no pasa con las otras letras. ¿Qué está pasando aquí?”.
“La particularidad de la ‘g’ parece demostrar que nuestro conocimiento de las letras puede verse afectado cuando no las escribimos. Cada vez escribimos menos y somos más dependientes de los dispositivos electrónicos. ¿Que implicaciones tendrá esto en la lectura?”, se pregunta Ellenblum.