Los franciscanos son una comunidad que ha habitado en Jerusalén por más de 800 años, convirtiéndolo en el grupo cristiano con mayor permanencia en la ciudad sagrada. Es una de las entidades más reservadas y posee una historia de tradición de casi mil años que pocos conocen. Exactamente eso fue lo que llamó la atención de Thomas Coex, corresponsal y jefe de fotografía en Israel y los territorios palestinos para la Agence France-Presse (AFP); quien convivió con la comunidad por más de dos meses para conocer las facetas que no siempre muestran ante el público.
En Jerusalén, la comunidad está dividida en dos grupos. La más prominente está conformada por 15 frailes que viven en el Santo Sepulcro. Estos se ocupan del cuidado de la tumba en la que ellos creen que fue sepultado el cuerpo de Cristo, realizan las misas, procesiones, y dan la bienvenida a los fieles.
El segundo grupo de franciscanos está compuesto por 80 monjes que se dedican gran parte del tiempo a orar, pero también realizan muchas actividades sociales.
Coex pudo retratar, después de ganarse la confianza de los monjes, algo que fue muy difícil según él: “los momentos espontáneos de su vida cotidiana. La oración antes de la comida, después de un almuerzo o una cena, van a un salón para servirse café, jugar cartas y conversar”. También el empeño que ponen al limpiar los ornamentos de la tumba, la elaboración de embutidos para su propio consumo y cómo juegan baloncesto con niños palestinos de la escuela Terra Sancta.
Coex comenta que conocer a los frailes y retratarlos fue uno de sus reportajes favoritos en 30 años, al final de cuentas ¿quién además de los frailes, ha pasado más de una hora y media en la tumba de Cristo?
