¿Eres de las que les cuesta levantarse temprano, amanece de malas o tarda en despertar? Te dejamos unos tips para que empieces el día con el pie derecho.
Coloca el despertador a la misma hora: La eficiencia del reloj biológico aumenta con la rutina, por lo que levantarnos siempre a la misma hora evitará que nos quedemos dormidas o, por el contrario, que pasemos una hora dando vueltas en la cama.
Descansa durante cinco minutos: No salgas disparada de la cama. La precipitación marcará el resto de tu día. Concedámonos un poco de tiempo antes de ponernos en marcha. Es una forma de decir a nuestro cerebro que no hay ninguna prisa. Podemos repasar mentalmente aquello que vamos a hacer a lo largo del día, recordar algo que esperamos con ganas y, eso sí, evitar no volver a dormirnos.
Levántate antes: Una buena idea es acostumbrarse a poner el despertador un poco antes. Levantarnos un poco (o bastante) antes puede ser útil para disfrutar de un ritmo más pausado desde el primer minuto del día.
Desayuna bien: Después de un sueño de siete u ocho horas, nuestro cuerpo necesita recuperar nutrientes. Un desayuno equilibrado y fuerte nos dará la energía necesaria y, además, nos ayudará a adelgazar.
Haz la cama. Es algo que odiamos por principios. Sin embargo, psicológicamente, es importante salir de casa con los deberes hechos y todo ordenado, puesto que nos liberaremos de la carga que suponen las tareas domésticas. Lavar los platos, hacer la cama, tener todo en su sitio evitará que a lo largo del día vuelva a ocupar nuestro cerebro aquello que tenemos por hacer, y que se irá acumulando al resto de obligaciones diarias.
Toma unos minutos para ponerte al día: Al final de la jornada, nos gusta pensar en nosotros mismos, en nuestra familia y amigos, o evadirnos con una película o un libro. Olvidamos el mundo que hay ahí afuera, y hacemos bien. Sin embargo, por la mañana resulta útil ver durante unos minutos la televisión para ponernos al día y afrontar las cosas con más perspectiva. También, revisar la agenda o echar un vistazo a Internet. Es una buena manera de ponernos en contexto antes de comenzar la rutina diaria.
Vístete aunque no vayas a salir de casa. Cuando trabajamos en casa o no tenemos que acudir a la oficina, nos gusta seguir con el pijama o los pants puestos hasta que es demasiado tarde. Más allá de las razones higiénicas (es la ropa con la que dormimos o nos ejercitamos), cambiar nuestra ropa es una manera de decir a nuestro cuerpo que el día ya ha empezado. Además, llevar puesta ropa con la que se podría salir a la calle –aunque sea una camiseta– proporciona una mayor seguridad y confianza en una misma.