Nada más rico que después del almuercito pegarse un pestañazo, lo que en Guatemala es referente a la “siestecita”. El cabeceo, ese sueñito de 10 minutos despúes de la comida. Ese pequeño descanso que lleva años de antigüedad, pese a que la gran mayoría de personas no puedan permitírsela, sobre todo entre semana, y por ello aprovechan tanto el fin de semana como las vacaciones para ello.
Surge de una necesidad biológica de descansar o intentar dormir un rato para continuar con nuestra jornada, y a decir verdad, no son pocos los estudios científicos que han revalorizado esta costumbre, que nació en la antigua Grecia y que los romanos acogieron sin dudar, sobre todo después de largas comilonas.
La realidad es que ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Nature y realizado por el investigador Michael Craig, de la Universidad Heriot-Watt en Edimburgo, en el Reino Unido, ha demostrado que la siesta puede tener grandes beneficios para la memoria.
Para llevarlo a cabo, se hizo una prueba de memoria para examinar la capacidad de retener información, solicitando a 60 hombres y mujeres, de 21 años de promedio, que examinaran una serie de fotos. Los resultados aclaran, por decirlo de alguna manera, que el sueño detiene los mecanismos de nuestro cerebro para olvidar, reducir el neurotransmisor dopamina y, por lo tanto, facilitar la formación de la memoria.
Según Craig, “este hallazgo otorga la primera evidencia de que un breve período de reposo puede ayudar a guardar recuerdos detallados. No sabemos todavía cómo funciona este fortalecimiento de la memoria relacionado con el reposo, a decir verdad. De forma específica, aún desconocemos si la siesta solo nos permite retener más información, o si también nos ayuda a retener recuerdos más detallados.