A lo largo de la historia, el rol de la mujer ha ido evolucionando, convirtiéndose poco a poco en lo que es hoy en día: un género libre, capaz de decidir y vivir como lo desea. Para llegar a este punto, se han desafiado los estándares “impuestos”, siendo uno de ellos la manera de vestir.
“La búsqueda de la equidad se efectúa en diferentes aspectos, permitiendo que algo tan común como la ropa funcione para expresar nuestra individualidad y postura ante la sociedad. Por ello, algunas prendas se han convertido en íconos de la liberación femenina”, expresó Rocío Cardosa, project manager de AdoptaUnChico en México.
Bajo esta línea te compartimos tres de las prendas más icónicas que han contribuido a cambiar la historia de la mujer:
Los pantalones
Esta prenda, que es la favorita de muchas, durante siglos fue exclusiva de los hombres, por lo que imaginarlos en el cuerpo femenino parecía casi imposible. Sin embargo, mujeres como Amelia Bloomer decidieron cambiar eso. En 1850, Amelia popularizó el bloomer, pantalones bombachos que podían llegar a la rodilla o tobillos. Años más tarde, Coco Chanel hizo lo mismo con los trouserscomo una pieza de moda.
Después, llegaron los jeans, que empezaron como un atuendo para las mujeres que trabajaban en las fábricas durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, para transformarse en un símbolo de equidad de género y rebeldía durante los años sesenta y setenta, épocas caracterizadas por los movimientos sociales.
El bikini
A pesar de que existen mosaicos antiguos que muestran a mujeres de la Antigua Roma en atuendos similares a un bikini, el traje de baño como prenda moderna se utilizó por primera vez en 1946 en una piscina en París. Su modelo: la showgirl Micheline Bernardini. En su época, llegó a ser señalado como algo “pecaminoso” y de “baja moral”, por lo que no logró popularizarse hasta los años sesenta, gracias a los movimientos feministas que luchaban por la libertad de mostrar su cuerpo.
Siguiendo esta revolución, el diseñador Rudi Gernreich presentó el monokini, una pieza única que cubría la parte inferior del torso que era sujetado por unos tirantes, dejando así el pecho al descubierto.
La minifalda
Esta prenda, que para muchas simboliza el empoderamiento femenino, la vimos por primera vez en la bailarina Josephine Baker, quien diseñó una falda de plátanos ficticios para usar en sus presentaciones; 20 años después el artista Earle K. Bergey le dio la bienvenida oficial en sus ilustraciones pin-up.
En la década de los cincuenta, las minifaldas eran sólo para la televisión y sus “chicas futuristas” en programas como Space Patrol.
Diez años más tarde, pasó de ser algo que sólo se veía en la TV, a el símbolo de un movimiento por la lucha en la equidad de género, los derechos de la mujer y un signo de liberación femenina, gracias a que la mayoría de las protestantes la usaban en marchas y reuniones.