Con información de la agencia de noticias: AFP
El presidente francés, Emmanuel Macron, vuelve esta semana al trabajo tras sus vacaciones bajo el sol de la Costa Azul con el propósito de avanzar con las reformas y mejorar su imagen empañada por un escándalo en el que se vio implicado un consejero de seguridad.
Macron, que reúne el miércoles el primer consejo de ministros del llamado “año II” de su presidencia, pasó sus vacaciones de verano con su esposa Brigitte en el fuerte de Bregançon, en el sureste del país, de donde salieron en contadas ocasiones para saludar a los lugareños.
Entre dos chapuzones en la nueva piscina que hizo construir en esta fortaleza a orillas del Mediterráneo, Macron recibió a la primera ministra británica Theresa May para hablar sobre el Brexit y mantuvo conversaciones con varios líderes mundiales, entre ellos Donald Trump y Vladimir Putin.
Pero es probable que su mente estuviera también ocupada por asuntos internos, comenzando por el escándalo de uno de sus exconsejeros de seguridad, Alexandre Benalla, que fue filmado golpeando a manifestantes, incidente que sumió al presidente de 40 años en su peor crisis política desde su llegada al poder en mayo 2017.
Benalla fue guardaespaldas de Macron durante la campaña electoral y tras el triunfo fue contratado en el Elíseo, sede de la presidencia, donde era uno de los colaboradores de más confianza del presidente hasta que estalló el escándalo que forzó su despido.
El caso Benalla empañó la imagen de ejemplaridad de Macron, que llegó al poder con la promesa de limpiar la política francesa. En un sondeo YouGov difundido a principios de mes, el 62% (+3) de los encuestados calificaron de forma negativa la gestión del presidente.
“Este caso reforzó su imagen de autoritarismo y de alguien que no escucha las opiniones divergentes, pero su impacto dependerá en gran parte en la manera en la que lo manejará al regreso de sus vacaciones”, dijo a la AFP Chloé Morin, experta en opinión pública de la Fundación Jean Jaurès.
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– ‘Determinado y combativo’ –
Este caso podría también afectar su capacidad de seguir adelante con su ambicioso programa reformista, coinciden analistas.
Tras haber superado con éxito la delicada reforma del mercado laboral y de la compañía pública de ferrocarriles, que eran consideradas hasta entonces vacas sagradas, Macron prepara un nuevo paquete de reformas.
La reforma de las pensiones anunciada para 2019, un dossier explosivo que ya ha sacado en el pasado a las calles a millones de manifestantes, es uno de los temas que lo mantendrá ocupado en los próximos meses.
El líder de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon, que se ha erigido como el principal opositor a Macron, prometió que ésta será “la madre de todas las batallas” contra el mandatario que quiere “destruir” todas las “conquistas sociales” de los franceses.
También está sobre la mesa una reforma del sector público, que incluye la supresión de 120.000 puestos de trabajo en la función pública, un mayor uso de contratistas privados y la introducción de salarios basados en el “merito” que promete también un otoño caliente.
Pero el crecimiento económico podría complicar sus planes. El Banco de Francia prevé para 2018 un crecimiento menor de lo esperado de la economía francesa (1,8% en lugar de 2%).
Otro tema de preocupación para el ejecutivo es el desempleo que bajó apenas una décima en el segundo trimestre del año, a 9,1 % de la población activa.
“La reactivación de la economía francesa es el corazón de su programa. Fue con esa promesa que logró hacer aceptar algunas de sus reformas más difíciles”, apuntó Morin.
“Podría ser desalentador para los franceses ver (…) que no hay resultados”, agregó.
Pero el jefe de Estado prometió mantenerse “determinado y combativo”. “No crean un segundo que tengo intenciones de frenar” el ritmo de las reformas, advirtió hace unos días Macron mientras se daba un baño de multitudes fuera de su residencia de verano.
Con información de la agencia de noticias: AFP
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