Quienes en sus desplazamientos cuenten siempre con alguna mascota como compañera de viaje sabrán que estas no son inmunes a los vaivenes del vehículo. Como nos ocurre a muchos de nosotros, los perros y los gatos también se marean y no es raro que, después de permanecer inmóviles largo rato o bostezar frecuentemente, terminen vomitando el contenido de su estómago en el asiento trasero del coche de su dueño.
También debemos tener en cuenta que los efectos son más comunes en los cachorros y mascotas jóvenes que en aquellas que ya son adultas, ya que la estructura ósea del oído responsable de mantener el equilibrio aún no se ha formado completamente.
Los vómitos pueden persistir en el caso de los perros incluso con el paso de los años, ya que a veces asocian los viajes con las náuseas, por lo que se aconseja cambiar de vehículo o llevarlos de vez en cuando a un lugar agradable en el mismo.
Los preparativos y el cambio de entorno son también un motivo de estrés para los animales y, aunque algunos son más sensibles que otros, incluso un corto desplazamiento para ir al veterinario puede trastornarles el ánimo.
Si en vez de un viaje en coche, autobús o tren, se trata de una travesía en avión, las consecuencias pueden ser todavía peores. En los vehículos aéreos, las mascotas solo pueden ir encerradas en su transportín correspondiente, guardado junto con el equipaje en la parte inferior. Durante los aterrizajes y los despegues, puede ocurrir que los contenedores sufran fuertes golpes y las mascotas acaben con magulladuras o lesiones de gravedad debido a los impactos.
Además, aunque no son conscientes exactamente de qué está ocurriendo, se sienten inquietos ante los cambios de presión y pueden pasar demasiado frío o calor en la zona de carga. Por todo ello, ciertas compañías aéreas prohíben el traslado de aquellas razas de perros y mininos con deficiencias respiratorias congénitas, como los bulldogs ingleses, los chow chow o los gatos persas.
Para evitar un sufrimiento innecesario, los expertos aconsejan dejarlos en casa en la medida de lo posible, siempre en buenas manos. Cuando esta opción sea inviable, se aconseja, para viajes en avión, tratar de elegir vuelos directos, evitar volar durante el verano e intentar, cuando la empresa lo permita, reservarles un espacio en la cabina del avión.
Si el transporte se va a realizar por carretera, las medidas previas pasan por disminuir o eliminar el suministro de comida antes de partir y asegurarse de que el animal viaja lo más cómodo posible. En el caso de los perros, se sentirán menos mareados si miran hacia el frente en lugar de por las ventanillas, algo que puede conseguirse con unos cinturones especiales diseñados con esta función. También existen medicamentos sedantes: el veterinario decidirá si tu mascota los necesita realmente y cuál sería el adecuado.
Autor: Lucía Caballero