El secreto de un buen matrimonio acaba de ser revelado por expertos científicos y es muy simple: el hombre debe ser feo para que la mujer se sienta más relajada.
De seguro conoces a un tipo horrendo con una novia encantadora que siempre está contenta a su lado y no sabes cómo le hizo para tener, y mantener, esa peculiar relación. Lo más probable es que esa pareja dispareja termine casándose y tengan un matrimonio feliz. ¿Por qué pasa esto? La ciencia nos tiene una respuesta.
La estudiante de doctorado Tania Reynolds y la profesora asistente de Psicología Andrea Meltzer evaluaron a 113 parejas de recién casados. Los participantes tenían edad promedio de 20 años y con su ayuda descubrieron que los mejores matrimonios se logran cuando el hombre es físicamente poco o nada atractivo.
Esta investigación de la Universidad Estatal de Florida colocó a cada hombre voluntario en una escala de atractivo físico y después evaluó los hábitos de alimentación y rutinas de ejericicio de sus esposas. El estudio concluyó que existe una relación entre la apariencia de ellos y el bienestar de ellas.
Las mujeres que tienen parejas con rostros atractivos y cuerpos esbeltos son las que más tienden a seguir dietas para bajar de peso y pasan más horas en el gimnasio para lucir una figura espectacular. Esto lo hacen inconscientemente para verse más atractivas y que su hombre no quiera estar con otra mujer.
Según las investigadoras, las damas con maridos galanes están más preocupadas por su apariencia que por sentirse felices.
En cambio, cuando los hombres son “incómodos de ver” sus esposas están más relajadas respecto a su propia apariencia. Ellas no sienten la necesidad de esfuerzos físicos ni alimenticios para verse mejor, porque junto a sus desagradables maridos ya parecen ángeles sin tener que hacer nada.
Esas mujeres saben que nadie va a querer quitarles a sus esposos, así que están más enfocadas en disfrutar de su matrimonio que en competir con otras mujeres.
Tu momento ha llegado, varón. Ten la seguridad de que una mujer va a ser muy feliz contigo, aunque rompas cada espejo en el que te mires.