El director de teatro iraní, Hosein Parsai, considera que el clásico “Los Miserables” es una “obra maestra sin fronteras“, pero su versión de la novela de Victor Hugo en un teatro de Teherán tiene algunos giros curiosos.
Para empezar, ninguna de las actrices tiene permitido mostrar su propio cabello y, por las dudas de que las pelucas parecieran demasiado reales, el afiche del espectáculo señala en rojo que las melenas son falsas.
Además, los actores no pueden tener ningún contacto físico durante el musical.
Al fin y al cabo, se trata de la capital de la República Islámica, incluso aunque este exitoso espectáculo esté a años luz de los estereotipos típicos sobre Irán.
Hace tiempo que Jean Valjean, el inspector Javert y Cosette están permitidos en Irán, donde la primera traducción de “Los Miserables” se publicó por entregas en 1910.
La obra del francés Victor Hugo incluso goza del beneplácito del guía supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, quien lo considera “un milagro entre las novelas […] un libro sobre la bondad, el afecto y el amor”.
Pero organizar un musical en un país que prohíbe que las mujeres bailen en público y donde la censura vigila escrupulosamente las artes no era algo evidente.
El director Hosein Parsai fue jefe del departamento de artes y espectáculos del ministerio de Cultura y de la Guía Islámica durante cinco años, por lo que sabe muy bien qué está autorizado a hacer y qué no.
Para superar la censura, la coreografía impone una cierta contención en el baile. Y para paliar la prohibición de los solos femeninos, una mujer de negro cuyo rostro no se distingue acompaña el canto de la actriz en el escenario, aunque a veces es casi imperceptible.
Estos detalles no impiden que los espectadores salgan conquistados por la representación y den una ovación en pie a los artistas.
Fuente: AFP