Parece un hábito común y hasta “educado” si estamos frente a otros, pero neumólogos expertos de los Hospitales Universitarios de Leicester advierten de manera regular sobre el peligro de este hábito. Por si fuera poco, en enero de 2018 volvieron a recalcarlo ante medios británicos tras documentar el caso de un paciente de 34 años.
Todo inició con la llegada de dicho sujeto a sala de emergencias, retuvo tanto el estornudo al pellizcar su nariz que perforó los tejidos del interior del cuello. Al usar toda su fuerza torácica en “no hacer escándalo” fracturó su hueso hioides y llegó al hospital ahogándose en su propia sangre.
Por fortuna, se recuperó favorablemente, pero tuvo que ser operado de emergencia y alimentado mediante un tubo por siete días.
Se trató de un caso extremo, pero dada la ocasión los especialistas publicaron un artículo especial en la revista British Medical que explica otros riesgos:
«El estornudo es un mecanismo que se produce involuntariamente como respuesta a varios estímulos (infección de vías respiratorias o simplemente quitar algo que está irritando las fosas nasales).
Contener esta respuesta es por demás contradictorio: el aire disparado por la nariz y la boca puede alcanzar velocidades de hasta 160 km por hora. Contener todo eso podría crear una presión de aire descomunal en boca y en garganta»
Entre otras posibilidades, los expertos afirman que es completamente posible romper algún vaso sanguíneo debido a la presión. En el peor de los casos esto conllevaría a una aneurisma (ensanchamiento anormal de las paredes de una arteria) y al no ser atendida a tiempo podría ser mortal.
Así que siempre es preferible soltar un estornudo, si estás frente a otras personas lo más educado es cubrirte con un pañuelo desechable y “desahogar” todo lo que tus cavidades resguarden en él.
Más vale interrumpir un rato la conversación a terminar en el hospital.