La tentación está ahí: sospechas una infidelidad, un romance o un problema. Él salió y olvidó su teléfono o fue a ducharse y lo dejó en la mesa. La respuesta a todas tus dudas quizás esté allí, pero … ¿será buena idea revisar el teléfono de él?
Estas son algunas razones por las que NO deberías hacerlo:
Cuando la duda se instaló en tu cerebro, cualquier cosa que veas te parecerá sospechosa, desde la foto de un accidente hasta el mensaje de un mecánico.
De lo anterior se desprende que harás historias sobre cualquier cosas que veas y si antes tenías una duda, quizás ahora generes más.
Si invades su espacio personal, él también podrá hacerlo con el tuyo. Aunque no tengas nada que ocultar, nunca es agradable que alguien husmee en tus cosas.
Lo más probable es que no encuentres nada y ahora, además de estar sospechando, vas a estar también enojada.
Cuando alimentás tu desconfianza, esta se hace dueña de tu vida y puede afectarte en varias áreas, incluso generarte problemas físicos. No lo permitas.
Si lo hacés una vez y no encontrás nada, seguirás haciéndolo hasta confirmar tus sospechas. Y si encontrás algo, seguirás haciéndolo. En ambos casos, estás creando una forma de relacionamiento basada en la intromisión en la vida de tu pareja.
¿Cuál es la solución entonces? ¿Seguir con la duda? ¿O no importando todo lo anterior, revisar el teléfono?
Lo mejor es que abras la puerta del diálogo con tu pareja, de una manera franca y sincera. Explícale lo que sentís, en una forma calmada y sin escándalos, mostrándole cómo ves las cosas de tu lado y cuáles son tus dudas.
Así como no es sano vivir con sospechas y desconfiando, tampoco lo es hacerlo invadiendo el espacio personal de los demás, esa no es la forma de construir una relación duradera y sólida. Quizás él esté ocultando algo, pero no lo que vos pensás: muchos hombres prefieren no comunicar cuando tienen un problema en el trabajo o económico.
Hagan de este momento de desconfianza una buena oportunidad para reforzar el vínculo y afianzar la pareja: las relaciones no se construyen sobre los momentos lindos solamente, sino que, como las embarcaciones, se ponen a prueba en las peores tormentas.
Y si hubo un error, debe asumirse y tomarse las medidas que sean mejores para ambos: siempre en base al diálogo y la comunicación