Un estudio descubrió que quienes suelen decir malas palabras tienen un IQ más alto. Decir muchos insultos en el intervalo de un minuto estaba vinculado a una puntuación más alta en una prueba de inteligencia.
Según la investigación, un gran vocabulario de malas palabras es signo de fuerza retórica: buena capacidad de argumentación y formulación de ideas. La misma investigación reveló que quien es desordenado y duerme tarde también tenía mejores evaluaciones en las pruebas.
Un estudio publicado en The Journal of Pain afirma que las malas palabras pueden hacer feliz a una persona en general. El hábito de hacerlo tiene un efecto directo en el alivio de dolores, favorece la expresión de sentimientos, promueve conexiones sociales y mejora la salud mental.
Según el estudio, las malas palabras mejoran la circulación sanguínea, elevan la liberación de endorfinas y promueven la sensación de calma, control y bienestar.
Fuente: Vix Mujer