En nuestros días, nadie podría negar que la sinceridad es un pilar básico en toda relación de pareja. Se trata de una noción impulsada desde todas direcciones en la sociedad que no obstante, constituye un doble discurso: la honestidad es un valor expandido en todos los ámbitos y el mundo no duda en coincidir sobre su relevancia cardinal, no sólo en el plano romántico, sino en cualquier relación humana. Sin embargo, en lo más profundo del entramado social que delimita las relaciones de pareja y establece el comportamiento que deben seguir un hombre y una mujer en tono romántico, se levanta un muro de realidad entre dos personas que comparten sueños, diversiones, metas y objetivos.
La fantasía nos ha enseñado que una persona enamorada debe manifestar con claridad cada una de sus emociones frente a su pareja, como si se tratara de un torpe aparato gubernamental que exige transparencia, un procedimiento legal o el arco detector de metal antes de abordar un vuelo. De no cumplir con el requerimiento, la relación está condenada al fracaso.
El mito de compartir con total apertura cada uno de los pensamientos, deseos y malestares, se derrumba ante la complejidad de dos seres para coincidir en cada cosa sin comprometer la voluntad del otro. Si bien una relación debe basarse en la confianza, honestidad y complicidad mutua, existen ciertos detalles que por ser parte de la intimidad personal, el pasado que carece de relevancia o los principios básicos de privacidad, suelen omitirse a lo largo de toda relación. Éstas son siete cosas que la gran mayoría de mujeres ocultan a sus novios:
Su pasado amoroso
En las relaciones basadas en la confianza, cada miembro de tiene el mismo derecho tanto de conocer el historial amoroso como de guardarse los detalles que simplemente no aportan nada a la relación actual. Entre los más relevantes, es común que las mujeres se abstengan de compartir cuál fue el romance que las marcó con más intensidad y por qué.
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Acciones de ellos que les disgustan
Los disgustos son comunes en todas las parejas y en ocasiones resultan de la pretensión exagerada de controlar cada uno de los movimientos de esa persona especial. Una persona difícilmente compartirá cuánto le molesta que su pareja duerma durante tanto tiempo, salga con sus amigos frecuentemente o cuente ese mal chiste una y otra vez.
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Preferencias y deseos sexuales más intensos
Si bien los tiempos en que las mujeres luchaban contra su placer porque era concebido como algo negativo (0 simplemente lo ignoraban privilegiando el de su pareja) han cambiado, la confesión de los deseos sexuales más intensos aún se mantienen como un tema tabú en gran parte de la población femenina. Es necesario romper los complejos de la moral y compartir con quien deseen sus más profundas perversiones.
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Su ritual íntimo de belleza y cuidado personal
Cualquier momento es bueno para el cabello, pintar las pestañas o maquillarse rápidamente una vez que existe confianza en una relación. No obstante, ninguna mujer está dispuesta a que su pareja la mire mientras lleva a cabo su ritual particular de cuidado personal, considerado como una violación a la privacidad y un acto sumamente incómodo.
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Deficiencias y pasado sexual
Las experiencias sexuales del pasado son un tema tabú que muy difícilmente se conversa abiertamente. A las mujeres les cuesta trabajo compartir los momentos de placer que vivieron antes y, no están dispuestas a expresar su inconformidad o hacer comparaciones entre el desempeño sexual de la pareja en turno y las anteriores.
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“Amigos” que las pretenden
Sin importar el contexto ni la sociedad, siempre habrá al menos otra persona a la cual una mujer agrade sobremanera además de su pareja. Si se trata de alguien atrevido, no dudará en entablar conversación y tratar de generar el mismo sentimiento de vuelta a través de cumplidos, detalles o gestos de buen gusto. Una mujer nunca confesará a su pareja sobre los hombres que la pretenden, excepto cuando esté completamente segura de que no le atraen en lo más mínimo.
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Personas que les atraen
Es completamente normal que una persona llame físicamente la atención de otra envuelta en una relación o bien, le parezca atractivo por sus cualidades o genere admiración a primera vista. El amor y la complicidad en una relación no suprimen la atracción superficial hacia alguien y con toda razón, una mujer no podría compartir con su pareja cuánto le atrae el físico de otra persona.