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Cómo comenzar un nuevo (buen) hábito, y eliminar uno viejo (malo)

Como especie, estamos comprometidos de manera impresionante con la superación personal, y la mayoría de nosotros creemos que los hábitos son un medio eficaz para ese fin.

Lo más probable es que usted esté intentando romper un mal hábito o instituir uno bueno en este momento. Como especie, estamos comprometidos de manera impresionante con la superación personal, y la mayoría de nosotros creemos que los hábitos son un medio eficaz para ese fin.

Los hábitos son las acciones realizadas con poco pensamiento consciente y, a menudo, provocadas involuntariamente por señales externas, son poderosas influencias en el comportamiento y pueden ser nuestros mejores aliados para un cambio positivo. Pero como son tan difíciles de romper, los hábitos también son saboteadores frecuentes del progreso personal.

“El hábito es un buen servidor, pero un mal maestro” es cómo la autora Gretchen Rubin lo resumió en su libro “Mejor que antes: dominar el hábito de nuestras vidas cotidianas”. El suyo fue uno de los tres libros recientes que leí sobre el tema de la formación de hábitos; los otros fueron “The Power of Habit” de Charles Duhigg y “Making Habits, Breaking Habits” de Jeremy Dean. Juntos, me ayudaron a comprender más profundamente la importancia del control del hábito, cómo elegir un hábito para comenzar o terminar, y la mecánica de seguirlo.

Lo primero que se debe saber, explica cada libro, es que muchas de nuestras acciones diarias están tan de memoria, son automáticas. “Toda nuestra vida … no es más que una masa de hábitos”, escribió el filósofo y psicólogo William James, aunque un estudio de 2006 estimó la cantidad de acción diaria habitual en un 40%. Sin embargo, eso es un comportamiento sin sentido.

Es útil que no tengamos que pensar en cómo o cuándo tomar café, lavarnos los dientes o conducir al trabajo. Si lo hiciéramos, perderíamos tanto tiempo repensando o aprendiendo esas tareas, haríamos poco más. Todo el truco es conseguir que los hábitos funcionen para ti, no contra ti. El autocontrol es un recurso limitado, explica Dean, por lo que un buen hábito significa no tener que esforzarse cada vez que necesitas hacer lo correcto.

Según un estudio citado por Dean y Rubin, se necesitan 66 días para convertir una acción en un hábito. Sin embargo, ese número varía según la persona y la actividad. Algunos hábitos pueden tardar un año en formarse. Pero 66 días es un buen objetivo.

Otra sugerencia profesional de crear un hábito (o reemplazo) es la responsabilidad. Decirle a otras personas. Compartir en las redes sociales (a menos que las redes sociales sean el hábito que estás cambiando). Pedir a tus amigos y familiares que apoyen tu esfuerzo. Hacer que los demás se involucren, o incluso simplemente darse cuenta, hace que sea más difícil para tí renunciar a él. Y el apoyo de otros puede ser inspirador y útil.

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