El fútbol italiano vuelve a estar en el centro de la polémica tras destaparse un nuevo escándalo de apuestas deportivas ilegales que involucra a varias figuras reconocidas del deporte. La Fiscalía de Milán ha revelado que los jugadores Sandro Tonali (Newcastle) y Nicolò Fagioli (Fiorentina) no solo apostaron en plataformas clandestinas, sino que fueron obligados por los dueños de dichas redes a reclutar a otros futbolistas para saldar sus deudas y expandir la organización. Ambos jugadores ya cumplieron una sanción deportiva por haber apostado en partidos de fútbol, conducta que infringe el código disciplinario.
Las investigaciones apuntan a que al menos doce futbolistas, actuales o pasados de la Serie A, están bajo la lupa de la justicia. Entre ellos destacan los argentinos Leandro Paredes (Roma) y Ángel Di María (Benfica), así como el hispanodominicano Junior Firpo (Leeds), cuyos nombres surgieron tras el análisis de los teléfonos móviles de Fagioli y Tonali. Los mensajes interceptados revelan la labor activa de ambos jugadores en el reclutamiento de nuevos apostadores, incentivados por los líderes de la red, Tommaso De Giacomo y Patrick Fizzera.
El futbol italiano se encuentra en un conclave
Fagioli, en particular, tuvo un papel destacado como captador, introduciendo en la red a jugadores como Nicolò Zaniolo (Fiorentina), Raoul Bellanova (Atalanta) y Weston McKennie (Juventus). Los mensajes filtrados por la prensa italiana muestran cómo De Giacomo prometía compensaciones económicas por cada nuevo "cliente" que Fagioli acercaba a la plataforma, e incluso se jactaban de manipular a los jugadores menos experimentados en el juego. Esta red clandestina ofrecía un crédito inicial a los jugadores, que luego se saldaba mediante simulaciones de compras en una joyería, en una operación de lavado de dinero bien estructurada.
Otro de los señalados, Leandro Paredes, fue introducido al póquer en línea por su compañero en la Juventus, el portero Mattia Perin. En un grupo de WhatsApp denominado irónicamente "Póker sin Zaniolo", los implicados intercambiaban mensajes sobre sus apuestas y la entrada de nuevos jugadores. El anonimato que ofrecía la red ilegal resultó ser un atractivo irresistible para muchos futbolistas, quienes creían estar fuera del alcance de las autoridades.
La Guardia de Finanzas de Milán ha confiscado un millón y medio de euros a diversos involucrados, incluyendo corredores de apuestas y socios de la joyería Elysium. Aunque las sanciones deportivas solo se aplicarán si se demuestra que hubo apuestas en partidos de fútbol, los delitos penales como el blanqueo de capitales, el ejercicio ilegal del juego y la responsabilidad administrativa ya han sido puestos sobre la mesa. El caso sigue en desarrollo, pero deja en evidencia una preocupante vulnerabilidad en el entorno del fútbol profesional italiano.