Los ciclones como Harvey, que este viernes se dirigía hacia Texas, son depresiones que en contacto con los mares cálidos van creciendo hasta convertirse en tormentas devastadoras cuando alcanzan la costa y el interior.
Con vientos de hasta 160 km/h, Harvey tiene por ahora una categoría 2 sobre 5 en la escala de Saffir-Simpson y podría pasar a 3 (vientos superiores a los 200 km/h) cuando el ciclón toque el continente americano el sábado hacia la 01:00 hora local (06:00 hora GMT).
En 2005, Katrina (categoría 3) devastó Nueva Orleans y dejó unos 1.800 muertos en Luisiana y en los Estados vecinos.
– Nacimiento –
Ciclón es el término genérico para designar las depresiones circulares llamadas “tifón” en el océano Índico y el Pacífico, y “huracán” en el Caribe.
La escala de Saffir-Simpson utilizada en el Atlántico Norte eleva una tormenta al estado de ciclón cuando los vientos superan los 118 km/h.
Los ciclones se forman únicamente en los mares cálidos y deben reunirse varias condiciones: un agua superior a 26ºC, una concentración suficiente de humedad y una perturbación que produzca torbellinos.
Al contacto con el océano, el aire se vuelve muy caliente y se eleva por encima del mar, lo que provoca una caída de la presión atmosférica formando una espiral de aire más fresco hacia el centro de la depresión.
Este aire inestable, cargado de vapor de agua, genera la formación de nubes, produciéndose una actividad tormentosa cuya intensidad crece proporcionalmente al calor y la humedad.
La fuerza del efecto Coriolis, engendrado por la rotación terrestre, contribuye a imprimir al ciclón su movimiento circular, opuesto al de las agujas del reloj en el hemisferio Norte, y a la inversa en el Sur.
– Lluvias, vientos, marejadas –
Desplazándose a una velocidad de entre 20 a más de 30 km/h, estas perturbaciones tropicales, cuyo diámetro varía entre 300 metros a 1.000 km, pueden durar una semana y recorrer miles de kilómetros.
El ciclón comienza a disiparse una vez que toca tierra o recorre aguas más frías, al encontrarse así privado de su fuente de calor.
Alrededor del “ojo” del huracán, las masas nubosas provocan lluvias torrenciales y vientos muy violentos. El ciclón genera además una marejada, de hasta 1.000 km, que produce una elevación del nivel del mar. Con Harvey, esta podría ser de 1 a 4 metros.
– Cambio climático –
Los modelos informáticos que simulan el clima del siglo XXI estiman que los ciclones podrían reforzarse en intensidad y a la vez ser menos frecuentes en el conjunto del planeta.
Desde 1970, se ha constatado un aumento de la frecuencia de los ciclones en el Atlántico Norte. Pero como la actividad ciclónica de esta región sigue ciclos que se alargan varias décadas, es imposible saber si se trata de una variabilidad natural o del cambio climático.
Algunos estudios apuntan que en el futuro los ciclones del Atlántico Norte podrían desplazarse desde el mar del Caribe y el golfo de México hacia la costa Este de Estados Unidos, algo todavía por confirmar.