Nicaragua se moviliza para contener una ola de violentos asesinatos de mujeres que han estremecido al país en los últimos meses por la atrocidad de los crímenes, que han dejado a las víctimas quemadas, mutiladas, macheteadas y hasta enterradas con vida.
Al menos 40 niñas, adolescentes, adultas y ancianas han muerto de forma violenta entre enero y agosto en distintos puntos del país a mano de agresores, en su mayoría con una relación de parentesco o conocidos, según organismos feministas y la policía.
Lo que preocupa a las autoridades y a grupos feministas es el nivel de saña y odio de los agresores hacia las mujeres, a las que han decapitado, desmembrado y hasta enterrado vivas.
Familiares y amigos de las víctimas han manifestado su repudio con marchas en las calles y comentarios en redes sociales, y han llegado a pedir el establecimiento de la pena de muerte.
“Es un tsunami de violencia y deterioro social (…) Todos los ciudadanos tienen que movilizarse ante esta oleada de violencia en la que se advierte una vulnerabilidad de derechos de mujeres sin discriminación de edad”, dijo a la AFP la psicologa Lea Guido.
El caso más reciente, ocurrido el 11 de agosto, es el de Karla Estrada cuyo cónyuge -un exmilitar- le asesto 56 bayonetazos y posteriormente la decapitó, ocultó su cabeza y se negaba a revelar el lugar donde la dejó, pese al pedido desgarrador de sus hijas menores durante el juicio.
El autor del crimen fue sentenciado a 30 años de prisión, la máxima pena en Nicaragua, por la juez Aleyda Irías, quien consideró que el hecho estaba lleno de violencia y misoginia.
– Concepto errado de amor –
“Cuando decimos que por amor se cometen delitos como este, estamos dando una justificación como sociedad y de alguna manera estamos naturalizando la violencia (…) Pero quien la recibe de ninguna manera va a decir que se siente amada”, argumento Irías.
En la mayoría de crímenes hay violencia doméstica. Silvia Aguirre, otra víctima, había denunciado ante la policía a su agresor pero “nunca la escucharon. Si la policía le pusiera atención a las denuncias de las mujeres no llegarían a este extremo”, manifestó su hermana Sonia durante una protesta contra los femicidios frente a los juzgados.
Esta violencia esta arraigada en “una cultura machista y la complicidad de las autoridades, quienes sistemáticamente dejan a los femicidas en libertad o les aplican condenas desmesuradamente leves o permisivas”, expuso la no organización no gubernamental Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) en una carta abierta a la policía.
“El espeluznante crimen contra Karla Estrada no se trata de un incidente aislado, forma parte de una pandemia de violación que sufren las mujeres en sociedades patriarcales como la nuestra”, expuso la CDD.
La vicepresidenta Rosario Murillo se pronunció esta semana contra los crímenes de mujeres, un fenómeno que a su juicio “atenta contra la tranquilidad, la seguridad y la vida en general en nuestro país”.
Murillo anunció una campaña desde instituciones del Estado y con apoyo de las iglesias católica y evangélica para promover el respeto en el hogar y la familia.
Lea Guido, quien fue ministra de Salud en la década de 1980, consideró que “no se puede reconciliar a alguien que maltrata a sus niñas, a sus mujeres; en el ciclo de violencia el próximo paso es matarla”, advirtió.