Un hombre llegó a su nuevo hogar en una ciudad inglesa y cuando limpiaba su jardín descubrió un nido de serpientes.
Las víboras protegían un nido con decenas de huevos, que fueron retirados por Ray Peters.
Al día siguiente Peters descubrió que tenía dos marcas púrpuras en la mano, y estas ardían, por lo que decidió acudir al hospital.
Los médicos le explicaron que había sufrido una mordida seca, es decir que la víbora no libertó el veneno.
“No sabía que me habían mordido hasta el día siguiente”, explicó a un medio local.
“Mi mano estaba muy adolorida por la mañana y durante el día tuve que quitarme el reloj por la hinchazón de mi muñeca”.
Los médicos le dieron antibióticos y desde entonces se recuperó completamente.