El programa A Primera Hora contactó por la vía telefónica a la Premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta Menchú Tun, quien se encuentra en Colombia, para conversar con ella acerca de las actividades que tiene programadas la Fundación que lleva su nombre, en ocasión de conmemorarse los 25 años de haber recibido el galardón por parte de la Real Academia Sueca de las Ciencias.
Fue el 12 de octubre de cuando le notificaron que le otorgaban el Premio Nobel…
A las 4 de la mañana embajador de Noruega en México llamó para avisarnos del Premio Nobel. Desde ahí comenzamos un trabajo enorme para la gran marcha que se recuerda hoy. La participación multitudinaria para celebrar un premio en una condición más controversial en aquellos años.
Estos 25 años han sido de muchas glorias, trabajo, experiencia, de reconocimiento.
Ayer se inauguró un salón con mi nombre en los pueblos tenu, donde hay más de 200 mil indígenas. He tenido mucha participación en la Academia y en los procesos de paz, en los cuales constantemente se requiere de un acompañamiento.
He sido un testigo de honor todos estos años. Creo que ya estaré en Guatemala celebrando este Premio Nobel. Será la primera vez que regreso el 10 de diciembre.
Han pasado 25 años, cuando la llaman, ¿usted esperaba esa llamada?
Había una espera del Premio Nobel. Había euforia y cariño, porque habíamos encabezado un gran movimiento continental en el que participaron, entre otros, Mirna Mack, Evo Morales… había espera, pero también eso había sido apoyado por muchas instituciones.
Para obtener el Premio Nobel se requiere de al menos tres condiciones:
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haber demostrado más trabajo durante el año por la fraternidad de los pueblos
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que hayamos hecho una lucha frontal contra militarizaciones y el continente estaba en eso
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que hayamos demostrado que ese trabajo trascendiera a nivel mundial.
Muchos creen que el Premio Nobel es un castigo nobel, en realidad es una evaluación de un trabajo que ya se hizo. Habíamos hecho mucho, pero no esperábamos que nos lo dieran.
Recuerdo la gran marcha en San Pedro Sacatepéquez, donde se celebraba la resistencia de los pueblos de América, pero también un rompimiento de silencio.
Unos aprobaron el Premio para usted, otros no
Alguien hizo su propia campaña nacional para obtener el Premio Nobel. Como siempre los guatemaltecos son intrigosos… envidiosos, pero sobre todo el sector económico.
El premio fue un rotundo golpe al racismo, a la discriminación, al rechazo que tenían a los pueblos indígenas, pero también comenzó una nueva historia a través de los acuerdos de paz.
El racismo es una enfermedad sicológico emocional de las personas que lo practica. Comenzando por el presidente de entonces (Jorge Serrano), que ese día casualmente estaba sordo, tenía malo el oído.
¿El presidente Jorge Serrano Elías la llamó?
No. El primer llamado fue del presidente mexicano Carlos Salina de Gortari, ofreciendo México para hacer el festejo; también lo hizo el de Costa Rica, Rafael Ángel Calderón, y el presidente de Francia, Francois Miterrand. Ellos dijeron, ‘si no va a Guatemala, que se hospede en nuestro territorio’.
Yo elegí México, porque ahí había más de 200 mil refugiados guatemaltecos que celebraban el premio, igual que los mexicanos.
Anécdota de cuando le anunciaron el premio
Cuando recibí la noticia a las 4 de la mañana. Fue la primera después de varios años, que sentí la ausencia de mis padres, quería verlos hasta con el güipil ceremonial. Fue la primera vez que me sentí como solita en el mundo.
Estaba en San Marcos y no sabía cómo regresar a la capital de forma rápida. Entonces Rosalina Tuyuc dijo, mejor alquilemos un helicóptero. Yo pensaba: ‘¿y si no nos dan el premio, cómo lo pagamos?’ Al final lo contratamos y llegamos a la capital.
Escuche la entrevista aquí: ▼
https://soundcloud.com/user-642794698/2017-10-16-entrevista-rigoberta-menchu