“La Ciudad Santa, su status quo, debe ser defendido y preservado, porque debe ser un lugar donde todos puedan vivir juntos y en paz, de lo contrario el espiral sin fin de sufrimiento continuará para todos”, advirtió el papa.
“Cualquier forma de violencia, de discriminación o manifestación de intolerancia contra los creyentes o contra lugares de culto de judíos, cristianos o musulmanes, debe ser rechazada con firmeza”, clamó el pontífice, quien visitó Jerusalén en 2014 acompañado por un rabino y un líder musulmán, los dos argentinos también.
“La situación de incertidumbre y la falta de entendimiento entre las partes sigue generando inseguridad, restricción de los derechos fundamentales y la fuga de un gran número de personas de su tierra”, reconoció el pontífice argentino.
Francisco pidió también el “libre acceso” a todos los creyentes, judíos, musulmanes y cristianos, a los lugares santos de Jerusalén, y detener “la violencia y las manifestaciones de intolerancia”.
El pontífice agradeció al patriarca ortodoxo griego su contribución a la reciente restauración del Santo Sepulcro en Jerusalén, donde según la tradición cristiana Cristo fue enterrado.
La iglesia se encuentra en la Ciudad Vieja de Jerusalén, cerca de los lugares más sagrados para los judíos y los islámicos, es decir del Muro de los Lamentos y la Explanada de la Mezquita.
Francisco también expresó la esperanza de que las diversas comunidades cristianas que viven en Tierra Santa “sigan siendo reconocidas como parte integral de la sociedad, como ciudadanos y creyentes por derecho propio”, subrayó.