El queso es uno de los placeres gastronómicos más populares, y, además, más culposos. Es que el consumo en exceso de este derivado (como de cualquier cosa, en definitiva) podría ser perjudicial para la salud (y para la figura, lo que, por momentos, parece interesarle más a gran parte de la humanidad).
Según una reciente investigación, las grandes porciones de queso, obviamente, son dañinas; pero ingerir al menos un poco de queso (al rededor de 40 gramos) de forma diaria y constante suena razonable.
Los altos niveles de probióticos, ácido linoleico y ácido graso insaturado presentes en el queso, podrían aumentar la cantidad de HDL (lipoproteínas de alta densidad), también conocido como ‘colesterol bueno’, y reducir el ‘colesterol malo’, o LDL ((lipoproteínas de baja densidad). Además, se ha encontrado evidencia de que el queso (como sustituto de la leche, por ejemplo), tiene un efecto protector en el corazón.