En primer lugar, los mosquitos eligen a la víctima en función de varios factores: desde el olor, sudor y color de la piel, del dióxido de carbono que “desprendamos”, del calor corporal, del estado de salud de la persona, la edad y hasta la humedad de nuestro cuerpo.
Según los expertos, existen varias razones.
- Los mosquitos localizan a sus víctimas por el dióxido de carbono que emiten. Las personas que exhalan más dióxido de carbono, como las más grandes o las mujeres embarazadas, son presas seguras. La cantidad de dióxido de carbono también varía en función de la dieta y del ejercicio físico que haga la persona.
- Algunos estudios sugieren que los mosquitos prefieren a las mujeres porque su piel es más delgada, lo que les permite picar con mayor facilidad.
- El tipo de sangre influye. Un estudio realizado en Japón comprobó que los mosquitos prefieren a las personas del grupo sanguíneo O y que suelen ignorar a los tipos A y B.
- La “sangre dulce” atrae. Investigaciones revelaron que sí hay una relación con los sacáridos en la sangre, pero es porque este compuesto alimenta a las bacterias en la piel (las bacterias que le otorgan el mal olor al sudor). Estudios holandeses encontraron que los mosquitos evitan a las personas con una alta cantidad de bacterias en la piel y, también, a los que tienen muy pocas bacterias. Prefieren a aquellas con un ecosistema equilibrado. A su vez, según un equipo de científicos británicos, los mosquitos no intuyen la dulzura, sino que la huelen. La culpa, dicen, es del olor corporal.
- El ácido lactico que emitimos al respirar o a través del sudor también atrae a estos insectos. Las personas más altas y las mujeres embarazadas emiten más ácido láctico, por lo que son “blancos” perfectos de los mosquitos. Las personas que acaban de hacer ejercicio físico intenso también resultan muy atractivas para los insectos.