En el apogeo de su poder, el narco Miguel Ángel Treviño Morales, líder del Cartel de los Zetas, gobernó con impunidad a más de la mitad de México y América Central.
Una vida de asesinatos
Envió toneladas de cocaína cada año a los Estados Unidos e hizo millones que invirtió en casinos, ranchos de ganado, carros deportivos y caballos de carrera.
En México, con la policía y los políticos en su nómina, Treviño era intocable para los investigadores de los Estados Unidos, hasta que se embarcó en un audaz plan para lavar el dinero obtenido por la venta de droga a millones de personas en las carreras de caballos en los Estados Unidos, y construir un imperio de carreras con su hermano mayor como el hombre principal. .
“Fue el comienzo de su perdición”, dijo Steve Pennington, el principal investigador criminal del IRS que ayudó al FBI a desentrañar el plan de lavado de dinero.
El rápido aumento de los Zeta, en menos de tres años, de agentes armados para el Cartel del Golfo a una organización criminal masiva por derecho propio, sorprendió a los funcionarios del gobierno en México y los Estados Unidos.
Los Zetas, formados por militares desertores de las fuerzas especiales de México, fueron el primer cartel paramilitar del país y un presagio de un conflicto más brutal y militarizado por venir.
Para el 2012, Treviño tenía una recompensa de $ 5 millones sobre su cabeza en los Estados Unidos, mientras que un equipo de investigadores del FBI y el IRS, incluido Pennington, trabajaba para evitar que la empresa criminal de Treviño creciera en Estados Unidos.
En México, el cártel se expandió a sobornos, secuestros para obtener rescates, tráfico de personas y armas de fuego y cobro de protección a empresas, como un sindicato de delincuentes mafiosos.
A medida que la organización creció, Treviño cultivó su reputación como un sádico asesino de sangre fría.
Su método preferido de tortura se llamaba el “guiso”, o estofado, arrojando a sus víctimas en barriles, para luego rociarlos de gasolina y quemarlos vivos.
La leyenda decía que él también había matado al bebé del rival en un microondas.
Otra de que había abierto el pecho de un hombre, porque le debía una deuda de drogas, y luego sacó el corazón que aún latía.
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