La teoría griega de los humores nos hizo creer que los sentimientos y las emociones provenían de nuestro hígado, el cual producía fluidos diferentes según nuestro estado de ánimo. Así fue como los sentimientos considerados negativos –como el enojo o la melancolía– se relacionaron con la producción de “bilis negra”; mientras que aquellos como la manía y la euforia se vincularon a la emanación de “bilis amarilla”.
El primero en registrar una producción irregular de dos tipos de bilis al mismo tiempo fue el médico Areteo de Capadocia. Sus textos sobre la producción de bilis y otros fluidos responsables de los diferentes humores humanos tuvieron gran impacto justo antes de comenzar el Renacimiento.
No fue hasta 1902 que un psiquiatra alemán de nombre Emil Kraepelin, comenzó a usar el término “psicosis maniaco-depresiva” para referirse a la presencia de dos o más humores en una persona al mismo tiempo, trastorno al que hoy conocemos como bipolaridad.
Existen cuatro tipos de trastorno bipolar que se miden dependiendo del número de episodios depresivos que ha presentado un individuo durante un periodo determinado:
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Trastorno tipo I
Para diagnosticarlo se necesitan uno o más episodios de euforia acompañados de una depresión seria, y aunque ésta última no es necesaria para el diagnóstico, suele presentarse con frecuencia.
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Trastorno tipo II
Éste es el tipo de bipolaridad más difícil de diagnosticar pues los episodios de hipomanía pueden ser fácilmente confundidos con simples lapsos de felicidad provocados por el éxito.
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Trastorno tipo III
Este punto del trastorno se presenta sobretodo en personas mayores de 50 años, ya que las secciones cerebrales que regulan sus emociones se encuentran dañadas por el paso del tiempo, o bien, por un trastorno de inicio tardío.
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Trastorno no especificado
Como cualquier enfermedad, el trastorno bipolar también presenta variantes que no encajan del todo con los subtipos I, II y III; es entonces cuando al paciente se le asigna el diagnóstico de trastorno bipolar no especificado.
Aún se desconocen los orígenes del trastorno de bipolaridad, pero se cree que intervienen varios factores genéticos, neuroquímicos y ambientales. Existen varias formas de tratar y diagnosticar este padecimiento, entre ellas se pueden realizar varias pruebas de laboratorio que revelarán si hay alguna enfermedad que esté causando estos síntomas. Otra forma de diagnosticarlo es por medio de pruebas escritas o tests que analizan el comportamiento de las personas; por ejemplo, el que el doctor creó para que por medio de 12 sencillas preguntas de opción múltiple, las personas puedan saber si existe alguna posibilidad de padecer cierto tipo de bipolaridad:
1. A veces soy mucho más hablador o hablo mucho más rápido que de costumbre.
2. Hay momentos en los que estoy más activo o hago muchas más cosas que de costumbre.
3. Constantemente me siento muy acelerado o irritable.
4. Ha habido momentos en que me he sentido entusiasmado y deprimido al mismo tiempo.
5. He estado mucho más interesado en el sexo que de costumbre.
6. Mi autoconfianza va desde la inseguridad hasta la confianza excesiva.
7. Ha habido grandes variantes en la cantidad o calidad de mi trabajo.
8. Por ninguna razón aparente suelo sentirme enojado u hostil.
9. Tengo periodos de baja actividad mental y otros de pensamiento muy creativo.
10. A veces estoy muy interesado en pasar tiempo con los demás y otras veces quiero estar solo con mis pensamientos.
11. He tenido períodos de gran optimismo cerca de otros de gran pesimismo.
12. Por momentos lloro bastante y después me río o bromeo excesivamente.
[Puedes realizar el test aquí]
Este examen está diseñado para saber si necesitas ayuda médica y así trataralgún tipo de alteración. Actualmente se le ha dado poca importancia a esta enfermedad debido a que muchas personas aseguran tenerla sin saber todo lo que esto conlleva. Hay que ser conscientes de que la bipolaridad es una condición seria que no debe tomarse tan a la ligera.
