Los hábitos para cambiar positivamente son pequeñas acciones que perfectamente tienen cabida en el día a día de cualquier persona. Conducen a la serenidad, al equilibrio y, por lo tanto, a actitudes y decisiones más acertadas. Una de las propuestas centrales del zen es calmar los pensamientos y las emociones para construir una paz interior duradera y estable. La paz interior es una condición necesaria para actuar de manera adecuada y saborear el bienestar. Lo que se busca con estos hábitos es construir las condiciones necesarias para que se afiance ese punto de equilibrio interno. Si los pensamientos y las emociones se mantienen serenos hay mayor claridad para actuar y la fortaleza se concentra. No dilapidamos inútilmente nuestra energía y obtenemos mejores resultados en todo. Algunos de esos hábitos para cambiar positivamente son los siguientes. 1. Respirar Te sorprenderías de lo mucho que puede cambiar tu vida si tan solo te tomas un momento para respirar cada día y, muy especialmente, en los momentos difíciles. La respiración resulta definitiva en la forma como funciona nuestro cuerpo y nuestra mente. Por eso, uno de los hábitos para cambiar positivamente es ese precisamente: respirar. Simplemente consiste en crear la costumbre de tomar un par de minutos para ralentizar la respiración, todos los días y en cada ocasión en la que nos sintamos agitados. 2. Cambiar la narración Sin casi notarlo, muchas veces construimos una especie de guión, o de libreto, para hacernos daño. Son esos pensamientos que aparecen y reaparecen para decirnos que no podemos, que las cosas saldrán mal o que debemos temer, etc. Uno de los hábitos para cambiar positivamente consiste en hacernos conscientes de esos pensamientos negativos repetitivos y modificarlos. Desechemos todas esas ideas que nos minimizan, que nos culpabilizan o que nos violentan. 3. Sonreír, uno de los hábitos para cambiar positivamente A veces, conviene hacer una pequeña prueba. Consiste simplemente en saludar a alguien con el rostro serio y un día después hacerlo sonriendo. En ambos casos, observar en detalle lo que eso genera en nosotros mismos y en el otro. Seguramente notaremos una gran diferencia. Está comprobado que sonreír es un acto que por sí solo libera una serie de neuropéptidos que inciden positivamente en nuestro estado de ánimo. Por ello, ensaya tu sonrisa y mírate al espejo, especialmente en los momentos difíciles. Convierte la sonrisa en tu gesto más habitual. 4. Reprogramar la percepción del dolor Seguramente llevamos muchos años pensando que una buena vida es aquella en la que no hay dolor. Esto es equivocado, además de poco realista. Todos los grandes eventos de la vida implican algún grado de dolor, comenzando por el mismo nacimiento. El dolor no es algo que se deba evitar, sino una experiencia que se debe asumir como natural. Pero no solo eso, también es uno de los factores que nos llevan a evolucionar, siempre que seamos capaces de interpretarlo como una enseñanza. 5. Compenetrarse con la naturaleza No esperes a estar al límite para desconectarte de la rutina. Uno de los hábitos para cambiar positivamente es precisamente cortar con ese día a día repetitivo, para entrar en contacto con la naturaleza y permitir que nos impregne de su paz. Esto no debe ser una actividad poco habitual, sino que lo ideal es que la introduzcas en tu vida y la lleves a cabo con regularidad. El compenetrarse con la naturaleza tiene tanto valor como trabajar, cumplir compromisos, etc. El efecto es maravilloso y duradero. 6. Vivir el presente Centrarnos en el pasado o en el futuro es un ejercicio tormentoso. Son tiempos sobre los que no tenemos ninguna incidencia, como no sea la de darle vueltas en la cabeza. La mayoría de las veces pensar en ello es solamente una forma de alimentar la nostalgia o la ansiedad. Es muy importante que seamos conscientes de nuestra historia. También es fundamental que tengamos claro hacia dónde queremos ir. Sin embargo, lo importante es darle mayor prelación al momento presente, para no caer en estados de ánimo negativos y poco provechosos. 7. Meditar Meditar no necesariamente es sentarte en posición de loto sobre un cojín y ascender hasta un Nirvana o algo parecido. Es posible meditar mientras lavas los platos, cuando caminas hacia tu casa o prácticamente en cualquier situación en la que no tengas que concentrarte intensivamente en algo externo. Meditar es básicamente entrar en contacto contigo mismo. Sentirte. Prestar atención a la forma de latir de tu corazón, al ritmo del aire que entra y sale de tu cuerpo. Hacerte consciente de los pensamientos que llegan a tu mente y los sentimientos que nacen. Todos estos hábitos para cambiar positivamente son sencillos y aplicables a la vida de cualquier persona. Lo único que se requiere es el deseo de incorporarlos a la vida y la disciplina para convertirlos en costumbre. |
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