Enamorados de su aspecto gruñón y de sus grandes ojos, los ingleses han convertido a los pugs en su último accesorio de moda, llegando incluso a tomar cócteles y té en cafeterías dedicadas a estos pequeños perros.
En el barrio moderno de Brick Lane, en el este de Londres, una decena de personas esperan delante del Pugs & Pals Cafe. En el interior se oyen ladridos. Para el primer día de apertura de este bar destinado a los enamorados del pug, un viernes por la tarde, es todo un éxito.
“¡Es fantástico poder ir a un café con su perro!”, dice Sally Afrasiab, de 46 años, feliz propietaria de Dude, de ocho años, que lleva un gorro peruano y una pajarita.
Sally es una de esas personas que publican fotos de su pug disfrazado en Instagram. “Tiene más ropa que yo”, dice riendo. “En Halloween, en las fiestas… ¡Le encanta! En cualquier caso, no creo que le moleste…”, añade observando de reojo a Dude, que permanece estoico.