Cuando se establecieron nuevas colonias en Estados Unidos, llegaron terribles enfermedades, como la tuberculosis, llamada antiguamente tisis, que causaron miles de muertes.
Hubo también quienes quedaban tan débiles que a simple vista parecía que ya habían fallecido.
Aun así, se corrió el rumor o leyenda urbana de que algunas personas que se daban por muertas estaban siendo “enterradas vivas”.
A alguien se le ocurrió hacer un ataúd especial en el que se amarraba un listón, soga o cordón de la mano o muñeca del muerto, que salía hacia el exterior de la tumba y daba a una campana.
De esa manera, si a alguien se le enterraba y todavía seguía vivo, despertando a las horas o par de días después de su enfermedad, podía “tranquilamente” agitar su brazo y hacer sonar la campana, alertando a las personas alrededor.
Inclusive había cementerios que tenían varios encargados de rondar las tumbas día y noche después de entierros, para estar al pendiente de alguna campana.
Con información de Univision