La Fiscalía brasileña denunció a 213 presos por llevar a cabo una matanza en una cárcel de Manaos, capital del estado de Amazonas, que ocurrió en enero pasado entre facciones rivales y acabó con la vida de 56 reclusos, informaron hoy fuentes oficiales.
Los denunciados fueron acusados de homicidio calificado, desprecio de cadáveres y tortura, cargos que supuestamente practicaron el 1 de enero de 2017 durante una revuelta que duró 17 horas en el Complejo Penitenciario Anisio Jobim (Compaj), en Manaos.
Los 213 acusados son “integrantes de la banda Familia del Norte (FDN) y cometieron los asesinatos con “armas de fuego, armas blancas, palos y material combustible” y orientados por sus líderes con el propósito de “exterminar” a miembros del Primer Comando de la Capital (PCC), que actúa principalmente en el estado de Sao Paulo.
“El grado de violencia y barbarie, decapitando y descuartizando víctimas del PCC servía también al propósito de causar pánico a los rivales, además de una demostración de fuerza al Poder Público”, subrayó la denuncia de 116 páginas.
De acuerdo con la Fiscalía, la Familia del Norte pretendía con la matanza “mantener su supremacía en el control de las unidades penitenciarias en el estado de Amazonas y, consecuentemente, el control del tráfico de armas, drogas, robos”, así como todo tipo de crímenes que alimentan “financieramente a la facción criminal”.
“Promovieron un motín, secuestraron presos, cometieron homicidios y torturaron actuando como integrantes de una organización criminal estructurada con división de tareas”, indicó el texto.
La masacre del Compaj se convirtió en la segunda mayor masacre en la historia carcelaria de Brasil tras la ocurrida en 1992 en una Casa de Detención de Sao Paulo, popularmente conocida como Carandiru, en la que murieron 111 reclusos.
Brasil vivió esas primeras semanas del año una cruenta crisis carcelaria en la que murieron cerca de 150 presos en las prisiones de varios estados por enfrentamientos entre facciones rivales que se disputan el control de los presidios.
Además de la guerra entre clanes, las prisiones sufren graves problemas de salubridad y hacinamiento, lo que convierte a Brasil en el país con la cuarta mayor población carcelaria del mundo, solo por detrás de Estados Unidos, China y Rusia. EFE