Un equipo de científicos australianos realizó un experimento con moscas, cruzando insectos inmaduros con machos grandes y pequeños. Una vez que ya eran aptos para tener descendencia, cruzaron a las hembras de nuevo y descubrieron que a pesar de que el segundo macho engendró la descendencia, el tamaño de las larvas lo determinó la primera pareja de la hembra.
Lo que esta teoría plantea es que el contenido genético del esperma puede ser almacenado por el cuerpo de la mujer y, al no resultar en un embarazo, el ADN es absorbido para elevar las posibilidades de combinaciones genéticas.
La investigación ha sugerido que el ADN de antiguas parejas puede dejar rastros en el cuerpo femenino por muchos años y gracias a esto, sin importar los rasgos físicos de tu actual pareja, tu hijo podría llegar a parecerse a tu ex.
Fuente: Ok chicas.