El amor hacia una madre puede ser ilimitado, lo que implica que podamos hacer lo que sea por ella, incluso separarnos de cosas que apreciamos mucho, como la consola de Xbox, y ponernos a trabajar cuando pudiéramos estar descansando o divirtiéndonos.
Para que esto suceda es necesario tener una madre cariñosa y que nosotros seamos unos alfa, como William Rabillo, de 13 años, quien se puso a cortar el césped de los vecinos y vendió su querida consola para comprarle un automóvil a su mamá.
Krystal Preston es madre soltera y había estado sufriendo por no tener un vehículo, lo que limita su movilidad, así que William, al ser el mayor de sus hermanos, tomó el papel del hombre de la casa. Se encontró con varios videos de personas que les regalan autos a sus padres, así que de ahí tomó la idea.
Luego la suerte llamó a su puerta pues se encontró con el anuncio de un Chevrolet modelo 1999 cuyo precio era muy bajo, así que puso manos a la obra trabajando como jardinero y haciendo otras tareas con los vecinos.
Para poder completar lo requerido por la dueña del auto, vendió su Xbox y así pudo cerrar el trato para darle la enorme sorpresa a su madre, quien estaba conmovida y emocionada, ya que no es algo común que un niño logre regalarle un vehículo a sus padres y, por supuesto, por el sacrificio que esto implicó.
Krystal relató esta experiencia:
No tengo palabras en este momento que puedan expresar cómo me siento. Estoy en shock por completo… las últimas dos semanas literalmente han estado llenas de tantas lágrimas, ira, confusión y dolor del corazón. Hoy me dieron la sorpresa de mi vida.
Como algunos de ustedes saben, mi hijo William corta el césped, hace limpieza de patios y es una máquina de hacer dinero. Bueno, mi hijo tenía un trabajo hoy que tenía que ir a hacer, así que le permití ir, asumiendo que era como cualquier otro día. Bueno, esta vez fue diferente. Muy diferente. William llegó a casa y dijo: ‘mamá, te compré un coche’.
Yo por supuesto me reí y le dije: ‘¡sí, claro!’. Él dijo: ‘no, mamá, es en serio que te compré un coche. Vamos, tenemos que ir’. En este punto estaba confundida y escéptica y dije: ‘vamos, ¿adónde?’, y él dijo: ‘con esta señora’.
Para mi sorpresa, salí a mi patio delantero y, ¡Dios mío, había una mujer de pie allí! Y William dijo que nos daría un paseo. William saltó al coche, y yo estaba como ‘¿sí?, esto es una especie de broma. Nadie habla en serio’… Como todavía estaba pensando que era una broma, regresamos a casa y William dijo: ‘mamá, ese es tu coche’.