Aunque las películas no son reales, puede causar emociones y reacciones que si lo son.
Cuando una persona se sienta a observar una película, “desconecta” las zonas motoras del cerebro ya que estas no sirven; sin embargo, en ocasiones las escenas que vemos son tan impactantes que superan esa inhibición del sistema motor y nos hacen reaccionar, y eso causa que saltemos del asiento, incluso gritemos.
El contenido es tan fuerte desde el punto de vista emocional que nos hace reaccionar de inmediato, para protegernos a nosotros mismos o avisar a los demás que están en peligro.
Todo eso ocurre en cuestión de segundos, que no tenemos tiempo para procesar lo que estamos viendo o modular nuestra respuesta. En práctica, reaccionamos de esta manera porque, durante esos milisegundos, nuestro cerebro no es consciente de que se trata simplemente de una película y que nosotros estamos a salvo.
Si lo pensamos bien, esta reacción no debe extrañarnos ya que nuestro cerebro está programado para asumir que todo lo que vemos es real.
Por eso, es muy difícil indicarle a las partes más primitivas, que son precisamente las que se activan en estos casos, que lo que estamos viendo es una ficción. Como resultado, nuestro cuerpo no tarda en reaccionar.
Este tipo de imágenes aumenta nuestro ritmo cardíaco, nuestra presión arterial y nuestra respiración.
Con información de agencias