18 abril, 2024 | 7:51 pm
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El deseo de hallar a Gaspar sigue vivo en Guatemala tras 34 años de ausencia

Pedro Marcos fue a trabajar a su maizal y se llevó a su hijo de 11 años, Gaspar, para que le ayudara en las labores del campo. Era algo común, una costumbre en las familias campesinas de Guatemala. Hoy, más de 30 años después, lo sigue buscando con ahínco.

Era 1983, el año más cruento del conflicto armado en el área ixil de los 36 que duró la guerra (1960-1996), cuando los dos volvían cansados y hambrientos a su hogar, ubicado en la zona que registró más violaciones a los derechos humanos.

Ahí descubrieron que ni Petrona López -esposa de Pedro- ni Ana, José y Cecilia -el resto de los hijos- se encontraban en casa. Todo estaba tirado y revuelto y había movimiento en la comunidad, la aldea Tzijulché, en el departamento del Quiché.

El Ejército pasó

El Ejército había pasado por ahí matando a personas y llevándose a otras al destacamento más cercano, en Tzalbal. Asustado, Pedro tomó a Gaspar para esconderse. Dos noches pasaron ocultos hasta que fueron a buscar a los suyos.

En el camino vio a su sobrino en cuclillas, de espaldas, oculto entre el maíz. Cuando le tocó el hombro su cuerpo cayó. Tenía un orificio de bala que entraba por la columna y salía por el abdomen. Aterrado, tomó fuerte la mano de Gaspar y corrió hacia el cuartel.

Cuando llegaron, los militares les abrieron y obligaron a Pedro a meterse en una fosa con decenas de personas, todas vivas, mientras Gaspar se quedó con una vecina en otro hoyo.

Esa fue la última vez que Pedro sabría de su hijo. Nunca más volvería a verlo ni a oirlo pese a seguir su rastro sin éxito durante los siguientes 34 años.

Una noche pasó Pedro dentro de la fosa, luego lo obligaron a trabajar. Allí vivió dos meses y cuando preguntó dónde estaba su hijo los militares le indicaron que Gaspar tendría una mejor educación y que si volvía a insistir los matarían a ambos.

Le dieron una casa

Al salir, el Ejército instaló al campesino en una aldea modelo. Le dieron una casa y un pequeño maizal, pero no compensaron el fríjol y los carneros que tenía. Días después encontró a su esposa e hijos y todos volvieron a casa juntos.

Entre 1983 y 1985, Petrona le insistió a Pedro para que preguntara por Gaspar, pero él sabía que eso significaba su ejecución y la del niño, por lo que prefirió rezar. Antes de mudarse a Salquil Grande, Pedro se armó de valor y fue al destacamento a reclamar a su pequeño, un niño juguetón, tranquilo y que ayudaba a cargar la leña.

Era demasiado tarde: los militares habían trasladado el cuartel a Santa María Nebaj. Petrona supo entonces que jamás olvidaría aquellas noches en las que se sentó a la orilla de la cama llorando y exigiéndole a su marido que fuera por su hijo. Es algo que hoy, a sus 73 años y a los 80 de Pedro, no le perdona.

Lo recuerda con los ojos enrojecidos y con la mirada perdida mientras su esposo se agarra las rodillas y el pantalón.

A pesar de las embestidas, el campesino ixil no cesó en la búsqueda de su hijo. Siguió su rastro hasta la capital, pero nada.

Después de más de tres décadas

Después de más de tres décadas de búsqueda y lamentos, Petrona, dolida por una ausencia que mata, asegura que desaparecieron a su hijo, un pequeño con lunares en la oreja y un remolino extra de cabello en la cabeza, porque querían tener uno y “no podían”.

Está cansada pero no pierde la esperanza. Una vez soñó con él. Era un niño aún y vestía la misma ropa que llevaba aquel día que se fue al maizal con su padre: “Tenía un sombrero nuevo y me saludaba desde lejos. Si estuviera muerto volvería a despedirse de mí para que descansemos al fin”.

Pedro también lo soñó: dos veces. En ambas le regalaban una gallina, que según la cosmovisión maya significa que le regresarían a Gaspar, aunque “no sé si sea vivo o muerto”.

La hija más pequeña del matrimonio, Dominga, nacida después de la desaparición de Gaspar, se aferra con pena a la prensa y a un documental sobre su hermano.

“No tenemos foto de él, pero, con esta información y que salgamos en las fotos e imágenes, podría ser la vía para que Gaspar identifique a mis papás”, dice Dominga sobre esta cinta, dirigida por Eduardo Say y titulada “Kat at kat’ex” (¿Dónde Están?), que está de gira por varias ciudades del país.

Con información de Emiliano Castro Sáenz/Agencia EFE

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