La teoría de los septenios es uno de los pilares de la antroposofía, una línea de pensamiento creada por el filósofo Rudolf Steiner. En ella, se establece una especie de «pedagogía del vivir» del ser humano, que interactúa con todo el universo. Ese pensamiento filosófico ve la vida de forma cíclica, a partir de la observación de los ritmos de la naturaleza, divididos en fases de siete años.
De los 0 a los 7 años: nido
Se produce una interacción entre lo individual (que está latente) y lo hereditario. Además, se produce el encuentro entre la parte espiritual de la individualidad y la parte biológica, que se prepara después de la fecundación en el vientre materno. La herencia biológica está muy marcada en las células del cuerpo en el 1.º septenio, por la acción de las fuerzas heredadas, y se almacenan en los riñones para toda la vida. A esa edad, sin embargo, la presencia de la madre es fundamental, hasta que a los siete años el niño se vuelva autónomo.
De los 7 a los 14 años: cambio
Salen los dientes permanentes y maduran los órganos del sistema rítmico, es decir, aquellos que están en la caja torácica (corazón y pulmones). Es en esta fase que el mundo exterior aparece y la persona descubre cómo manifestarse en él. Si esquematizamos de manera gráfica este movimiento, veremos fuerzas que entran y otras que salen. La característica de este septenio es el cambio.
De los 14 a los 21 años: pubertad, adolescencia y crisis de identidad
Tanto hombres como mujeres se vuelven fértiles (en las mujeres, esto se manifiesta con la llegada de la menstruación). Es la fase en la que el ser humano sale del mundo más paradisíaco y cósmico de la infancia e ingresa al mundo terreno. Se convierte en un ciudadano terrestre, que participa de la ciudadanía, de su lugar, su sociedad y el mundo.
De los 21 a los 28 años: límites
Los músculos y huesos ya se fortalecieron. El hombre y la mujer llegan a su máximo de fertilidad. Como se inicia la fase del alma, surge la emoción y dudas como ¿Elegí la profesión correcta? ¿Qué talentos o aptitudes dejé de lado? ¿Logré una buena relación con el mundo, el trabajo, la familia, y conmigo mismo?.
De los 28 a los 35 años: fase organizacional
Aparecen las primeras arrugas. En esta fase llega la crisis del talento: «¿Estaré en el camino correcto? ¿Qué otro debo seguir?. También aparecen cuestiones sobre el intelecto, así como de otra índole: «¿Ocurrió algún cambio importante en mi vida en los últimos tiempos?.
De los 35 a los 42 años: crisis de autenticidad
El hígado pierde la mitad de sus funciones. A su vez, el cabello empieza a caerse y llenarse de canas. Es la fase del alma y la consciencia. Las preguntas son «¿Qué haré de aquí en adelante, ahora que ya pasó la mitad de mi vida? ¿Sumé nuevos valores a mi vida? ¿Encontré mi misión?.
De los 42 a los 49 años: altruismo y mantener la fase expansiva
Los pulmones pierden parte de su capacidad de oxigenar la sangre, el rostro pierde firmeza, la andropausia y la menopausia llegan en este septenio. Las preguntas pueden incluir: «¿Estoy desarrollando alguna creatividad nueva? ¿Cómo está mi matrimonio? ¿Y mis relaciones, como la relación con mis hijos? ¿Estoy buscando o ya encontré un nuevo pasatiempo para esta fase?.
De los 49 a los 56 años: oír el mundo
La vitalidad declina, la energía de los riñones y el hígado es más débil. Se dificulta la eliminación de toxinas. Llega una fase inspiradora o moral y, con ella, las preguntas: ¿Pude encontrar un nuevo ritmo de vida? ¿Cómo es mi ritmo anual, mensual, semanal y diario?.
De los 56 a los 63 años: abnegación
La visión o la audición pueden debilitarse, y los reflejos y la movilidad cambian dado el declive energético de los órganos sólidos (corazón, bazo-páncreas, hígado y riñones). Es la etapa mística o intuitiva: ¿Cómo pude realizarme? ¿Cómo estoy cuidando mi cuerpo, mi memoria, los órganos de los sentidos? ¿Cómo están mis bienes y mi jubilación?.
De los 63 a los 70 años: sabiduría
Es la «fase del maestro». Los niños tienen un aura de luz a su alrededor, porque todavía no está totalmente encarnada. En la fase del 10.º septenio, esta aura está interiorizada y es luminosa por dentro, siempre que la persona no padezca alguna enfermedad. Si respetas el ritmo de cada fase, tu luz interior también brillará.