Es un trastorno genético producido por un exceso de oxitocina –la hormona del amor- que hace que las personas sean exageramente amorosas y confíen ciegamente en todos los que los rodean.
Mientras que para algunos el concepto puede ser jocoso, las personas con esta enfermedad enfrentan grandes conflictos sociales puesto que no saben reconocer con certeza cuándo se encuentran en peligro porque quieren a todos los que los rodean.
Algunos lo conocen como lo contrario al autismo puesto que mientras que el autista vive en su propio mundo y generalmente teme al exterior, la persona que vive con síndrome de Williams se siente en extrema confianza con todos los que tiene alrededor.
“Como ellos no tienen maldad, confían en que el de enfrente tampoco la tiene”
¿Quién descubrió la enfermedad?
La enfermedad fue descubierta por John Williams –de ahí nace su nombre- un cardiólogo de Nueva Zelanda.
¿Cuáles son las consecuencias?
Más allá de las dificultades físicas del síndrome, la parte más complicada es la adaptación a la sociedad. Si bien son personas extrovertidas y cariñosas, no todas las culturas aceptan ese tipo de afecto inmediato, además de que representan un problema para su misma seguridad.
La gente con Williams no tiende a ser buena a la hora de leer señales sociales. No saben cuándo quieres poner fin a una conversación o marcharte.” También, al ser tan amorosos tienden a decepcionarse rápido puesto que no les gusta abandonar ni separarse de sus seres queridos -aunque los hayan conocido hace pocos minutos-.
“Para ellos el mundo es un lugar muy amable y hay un desajuste entre su cordialidad extrema y su incapacidad para entender las reacciones de la gente, lo cual puede generarles ansiedad, aislamiento social y soledad” explica, un psicólogo de la Universidad de Swansea.
Los especialistas explican que algunos rasgos faciales no son evidentes hasta los 2 o 3 años de edad y los niños pueden presentar un ligero retraso en el crecimiento:
- Frente estrecha.
- Aumento del tejido alrededor de los ojos.
- Mandíbula pequeña.
- Labios gruesos.
- Las mejillas caídas con región molar poco desarrollada.
- Nariz corta.
Otras manifestaciones
- Rigidez articular.
- Alteraciones de la columna.
- Estreñimiento.
- Miopía.
- Emisión involuntaria pero consciente de la orina.
- Acúmulo de calcio en el riñón.
- Estatura baja en relación con el resto de la familia.
El síndrome de Williams no tiene cura. Sin embargo, los fisioterapeutas ayudan a las personas que tienen rigidez articular y los grupos de apoyo pueden ser muy útiles para recibir consejos prácticos.