No busco a alguien que me haga feliz, sino a alguien con quien compartir mi felicidad. Es la manera más sana de amar, ya que no puedes esperar que tu pareja te haga feliz.
Frases como: “¡Mi pareja me hace tan feliz!, ¡Gracias a mi pareja, finalmente encontré la felicidad!, He terminado con mi pareja, ya no me hace feliz. Rompe con tu pareja, te mereces ser feliz!” … Seguramente las has repetido o las has escuchado de alguna otra persona.
Lo cierto es que ninguna de esas afirmaciones es sana. Subjetivamente se pone demasiada presión sobre la pareja y no es justo colocar tu alegría en las manos de otra persona. ¿Sabes por qué? Porque tu felicidad no puede estar condicionada por ninguna otra persona. Solo por ti.
Busco con quien compartir mi felicidad.
La felicidad es algo que debe venir de dentro de ti mismo. Depende de ti tenerla, sentirla, por medio de pequeñas satisfacciones personales y el agrado de ti mismo. La felicidad es una decisión.
La felicidad se encuentra través de tu trabajo diario, las interacciones con familiares o amigos, los pasatiempos o hobby que hayas elegido practicar, etc. Tienes que asumir la responsabilidad de cómo vives tu vida. Debes ser dueño del hecho de que estás en pleno control de cómo eliges pasar tu tiempo y con quién lo pasas.
No puedes depender de otros para satisfacer tus necesidades, porque en última instancia, sólo tú puedes saber cuáles son.
Cualquier persona fuera de ti es realmente una parte de tu vida porque tú lo has permitido. Tu has decidido qué papel están ellos desempeñando en tu vida y decides si permanecen o no en tu vida.
Si te gusta estar con alguien, un amigo o una pareja romántica, eso no implica que esa persona “te deba hacer feliz”, ya que tu decides si te sientes feliz o no en compañía de alguien más. El otro puede potenciar la felicidad en tu vida, pero no debe ser la única razón de tu felicidad. Hay una gran diferencia.
Si ya eres feliz, puedes sentirte más feliz con ese alguien a tu lado, ya que su optimismo puede ser contagioso, o su sentido del humor hilarante pueden añadir una luz a tu vida, inspirarte a muchas cosas, etc. Pero lo peor que puedes hacer es creer que esa felicidad que te transmite la persona depende de ella y no de ti.
Una de las grandes desventajas de pensar así, es que en cualquier momento en que tu pareja decide irse, bien sea porque ha cambiado y ya no se siente cómoda contigo, sus circunstancias y sus requerimientos cambian, entonces tu felicidad se verá destruida, porque no es tu asunto sino de tu pareja.
Las relaciones siempre cambian y siempre cambiarán, a veces para bien y a veces para mal… y de ti depende mantenerte con el estado de ánimo y la alegría de vivir para ti mismo.
Decidir que otra persona te hace feliz es renunciar a toda responsabilidad por tus propias emociones y la manera en que decides vivir y pasar el tiempo.
Decir que alguien más te hace feliz es básicamente pensar que eres una marioneta colapsada esperando que el otro muevan los hilos. Si una persona puede hacerte feliz, es igual de fácil que te haga miserable. Nadie debería tener ese tipo de poder sobre tus emociones.
La presión ahuyenta al otro
Estar en una relación ya requiere mucho trabajo, ya que con sólo incorporar a alguien a tu vida de forma regular requiere constante atención y esfuerzo en dar lo mejor de ti. Es comprensible que trates de estar en sintonía con sus emociones y te preocupes por su bienestar, y viceversa.
Sin embargo, ocuparte de tí mismo debe ser un trabajo de tiempo completo, ya que nadie más tiene el poder de procurar el bienestar emocional de otro adulto, por más que sienta amor por él.
Eso es pedirle demasiado a alguien. Llegará un momento en que se sienta ofuscado por estar tratando de “hacerte feliz”, y es realmente injusto poner tu sentimiento de felicidad y satisfacción en la lista de “cosas por hacer” de la otra persona, cuando eso es tu exclusiva responsabilidad.
No es trabajo de nadie manejar tus emociones, hacerte sonreír o ayudarte a levantarte por la mañana con ganas de vivir. Si le pones esa carga a tu pareja, seguro que se cansará, se resentirá y huirá.
La mayoría de las personas que creen que su pareja debe hacerlos felices tienen miedo de estar solos. Por supuesto, como humanos, queremos amor, queremos que alguien comparta sus vidas con nosotros, pero para poder llevar lo mejor de ti a la relación, necesitas estar bien por propia tu cuenta. De otra manera te estarías adentrando en una relación tóxica que no tendrá final feliz.
Necesitas conocerte a ti mismo y estar contento por ti mismo para que cuando llegues a una relación, no sientas la necesidad de usar el amor de tu pareja para llenar el vacío donde debería estar tu amor propio.
Si eres infeliz en tu relación actual y decides quedarte, no puedes culpar a nadie más que a ti mismo. Sé que suena duro, pero es la absoluta realidad. Si descubres que ya no existe esa relación constructiva entre ambos, o no están disfrutando de la compañía del otro, entonces la relación ha concluído su razón de ser… es hora de despedirse y seguir adelante.
Compartir mi felicidad con otra persona no implica que mi felicidad dependa de la actitud del otro… ya que sólo depende de mí actitud.
Asume la responsabilidad de tu vida y de quién vas a dejar entrar en ella. Cuando se trata de tu felicidad, sé egoísta y cuida de ti mismo primero. Si es necesario, acude a terapias para elevar tu autoestima antes de emprender una nueva relación, ¡y sé feliz!