Me dolió porque te amaba, pero, ni por eso, voy a dejar de desearte lo mejor.
Sí, no lo voy a negar, me dolió cuando vi que ya estabas con alguien más, me dolió porque yo sí nos veía recorriendo el mundo tomados de la mano; porque imaginaba un futuro a tu lado, domingos en pijama y pizza, viernes de cerveza y martes de cenas con tu mamá. Me dolió porque todas mis expectativas se vinieron abajo, no, no fue tu culpa, mereces ser feliz, ambos merecemos ser felices, pero igual me dolió verte con alguien más.
Quería que fueran tus manos las que me acariciaran las mejillas, que fueran las mías las que te recorrieran la espalda; quería que mis ojos fueran los primeros que vieras al despertar y que, al llegar de la oficina, me contaras qué tal estuvo tu día y que después tomáramos una baño para relajarnos antes de cenar. Me duele porque esto no pasará, al menos no contigo, no conmigo, pero lo harás con alguien más.
Me duele porque estuve en primera fila para ver cómo eres feliz a su lado, porque veo cómo le miras y veo cómo te mira a ti. Veo cómo tomas sus manos, cómo acaricias su oreja y cómo sonríes cuando te susurra algo al oído. Me dolió porque nadie estamos preparados mentalmente para ver a la persona que amamos con alguien que no seamos nosotros. Porque mirarte así fue como si me cayera un balde de agua fría. Porque se me rompió el corazón en mil pedazos, porque mi alma explotó, porque la sangre me hervía, porque la tristeza me consumía de pies a cabeza. Me dolió porque te amaba, pero, ni por eso, voy a dejar de desearte lo mejor.
Sí me dolió verte con alguien más, pero también quiero que seas feliz. No voy a aferrarme, tampoco voy a imponerme. Quiero quiero que estés bien, quiero que vuelvas a amar aunque no sea a mi lado, aunque yo no esté ahí para amarte también; merecer ser feliz, amar y que te amen también.