La producción deficiente de energía por parte de las neuronas viejas podría explicar por qué nuestros cerebros son proclives a sufrir enfermedades relacionadas con la edad, según un informe que publica hoy Cell.
Un equipo de Instituto estadounidense de Salk empleó un nuevo método para descubrir que las células de las personas más ancianas tiene alterada la mitocondria -lo que sería la estación energética de la célula- lo que reduce su producción de energía.
Una mejor comprensión de los efectos del envejecimiento en la mitocondria puede revelar más aspectos sobre el vínculo entre la disfunción mitocondrial y las enfermedades del cerebro relacionadas con la edad, como el alzheimer o el parkinson.
La mayor parte de los métodos usan el estrés químico de las células para estimular su envejecimiento, pero el sistema empleado en esa ocasión muestra lo que sucede en una mitocondria que envejece de manera natural dentro del cuerpo.
Las mitocondrias son unos orgánulos en el interior de la células encargadas de convertir los nutrientes en energía química que puede ser empleada por las células.
Los defectos en los genes mitocondriales pueden causar enfermedades, pero los investigadores también saben que la mitocondria se vuelve menos eficiente con la edad.
El equipo desarrolló un método para convertir células de la piel en neuronas (las llamadas neuronas inducidas o iNs) con el que las nuevas neuronas retienen los signos de envejecimiento, incluidos los cambios en la actividad de los genes y en los núcleos de la células.
Los expertos se preguntaron si la mitocondria de las células mantienen los signos de la edad durante el proceso de conversión en iNs.
Para ello usaron células capilares de personas entre cero y 89 años, cuyas mitocondrias se estudiaron antes y después de pasar por el proceso para convertirse en iNs y se usaron varios métodos para estudiar la mitocondria de cada una de ellas.
En el caso de las células de la piel, la mitocondria mostró “pocos cambios relacionados con la edad”, pero cuando se convertían en neuronas, la mitocondria de los donantes más ancianos mostraron diferencias significativas.
Así los genes mitocondriales relacionados con la generación de energía se habían desactivado y la mitocondria era menos densa, más fragmentada y generaba menos energía.
Los investigadores plantearon la hipótesis de que la razón por la que las mitocondrias de las iNs se vieron más afectadas por el envejecimiento que las células capilares fue que las neuronas dependen en mayor medida de la mitocondria para sus necesidades energéticas.
“Si tiene un coche viejo con un mal motor y lo usas para estar sentado en el garaje todo el día no importa (…) pero si tienes que desplazarte con ese coche, entonces el motor se convierte en un gran problema”, explicó Jerome Mertens, del Instituto Salk y participe en el estudio.
El estudio muestra así como el envejecimiento puede influir de manera diferente en los órganos del todo el cuerpo. EFE