Cada noche del 1 de noviembre, en la víspera del Día de los Muertos, los vecinos de la Villa de Salcajá, Quetzaltenango, elaboran vistosas calaveras, utilizando ayotes, calabazas, incluso chilacayote.
Desde las 18 horas del 1 de noviembre, los vecinos llevan las calaveras por todo el municipio, y tocan las puertas de las casas diciendo: “Una candelita para las animas benditas”.
Al final de la noche las velas que reúnen son encendidas en medio del Cementerio, para elevar una plegaria por los seres amados que partieron.
Emisoras Unidas hizo un recorrido por las calles de Salcajá.
Esta tradición se realiza desde hace varias décadas y no tiene relación con la festividad estadounidense de Halloween.