Las poblaciones de mariposas en Estados Unidos han disminuido de manera alarmante en las últimas dos décadas. Un estudio publicado en la revista Science revela que, entre los años 2000 y 2020, la abundancia de estos insectos se redujo en un 22 %. Esta tendencia preocupa a los científicos, quienes advierten sobre las implicaciones ecológicas de esta disminución y la necesidad urgente de medidas de conservación.
El estudio, realizado con datos de 76 mil 957 investigaciones en 2 mil 478 ubicaciones distintas, recopila 12.6 millones de observaciones de 554 especies de mariposas. Los resultados muestran que la reducción ha sido particularmente grave en el suroeste del país, con una disminución promedio del 1.3 % anual en la mayoría de las regiones. Sin embargo, en el noroeste del Pacífico se observó un incremento del 10 %, atribuido a la proliferación de la mariposa carey de California, cuyo crecimiento podría no ser sostenible a largo plazo.
Un problema con impacto ecológico
Los hallazgos revelan que más de 100 especies han perdido más del 50 % de sus poblaciones, y 22 de ellas han sufrido reducciones superiores al 90 %. Estas cifras son preocupantes, ya que las mariposas desempeñan un papel clave en el equilibrio de los ecosistemas. Son polinizadores esenciales y fuente de alimento para aves y otros organismos. En los últimos 50 años, Norteamérica ha perdido cerca de 3.000 millones de aves, un declive similar al de las mariposas.
A pesar de que generalmente se asocia la polinización con las abejas, las mariposas contribuyen significativamente a la producción agrícola. Se estima que en Texas, por ejemplo, estos insectos generan un valor de 120 millones de dólares en la producción de algodón.
¿Qué se puede hacer?
Los científicos liderados por Collin Edwards advierten que la situación exige medidas urgentes a nivel local y nacional. Para Nick Haddad, otro de los investigadores, el uso excesivo de insecticidas sin una estrategia adecuada ha contribuido a la crisis.
Proponen reducir el uso de estos químicos y devolver tierras poco productivas a la naturaleza para crear hábitats seguros para las mariposas. La solución existe, pero requiere voluntad política y social para revertir este declive antes de que sea demasiado tarde.
