Al igual que miles de guatemaltecos, Daniel Antonio sale todos los días para buscar los medios para sobrevivir.
Con bastón en mano y mascarilla en su rostro, recorre todos los días las calles y avenidas recolectando latas y pidiendo dinero en los semáforos.
Hace varios años el conductor de un carro lo atropelló y le dejó fracturas en piernas, brazos y cráneo, por lo que ahora utiliza clavos y platino.
En tiempos de pandemia, antes de que inicie el toque de queda (18 horas), está de regreso. Se confina en su improvisada vivienda.
La necesidad de sobrevivir lo llevó hace tres años a construir una casa sobre las ramas de un árbol en un arriate en medio de la calzada Roosevelt.
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Según relató a Publinews, en medio del silencio en una de las calzadas más transitadas de la ciudad, ve, en ocasiones, cómo la policía quiere llevarse consignada a más de alguna persona que no cumple con la restricción de movilidad.
“Hay quienes se los han querido llevar presos, les he dicho que viven conmigo y se han quedado aquí”, explica.
Sin embargo, para él las noches son distintas en medio del silencio de esa transitada calzada. Enciende su reproductor de música, el cual logra cargar en una farmacia cercana con un conocido, quien además le ayuda a meterle música
“Antes tenía una televisión pequeña, la tenía escondida entre la ropa, pero un día salí y cuando regresé ya no estaba”, comenta.
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Un estilo de vida
Daniel comentó orgulloso de su casa, que a pesar de las inclemencias del clima su casa no tiene filtraciones de agua, a pesar de que está construida con plásticos y algunas mantas vinílicas.
Su colchón, un regalo de un amigo, fue lo primero que tuvo tres años antes y que aún conserva.
Recuerda los días cuando vivía en las calles, donde pasaba hambre y frío, pero esa fue una de las razones por las que buscó lo que ahora considera su hogar. “Hoy mi vida es diferente, aunque vivo en un árbol, soy feliz”, resalta.