Los republicanos no suelen ganar en Michigan, uno de los estados históricamente más fuertes del “muro” demócrata en la región de los Grandes Lagos de Estados Unidos.
Pero Donald Trump ganó aquí para sorpresa de todos hace cuatro años, convirtiéndose en el primer candidato presidencial republicano victorioso desde 1988.
Y aquí decidió regresar el lunes por la noche para el último mitin de su campaña de reelección, que también puede ser el último de su vida política, en Grand Rapids, exactamente como en 2016.
¿Por qué ahí?
¿Será que es supersticioso? “Parece que un poco”, dice Melanie Thorwall, de 63 años, que acudió por la mañana para no perderse la apoteosis de la campaña 2020.
Con su hijo, un ingeniero como ella, no había podido entrar a la abarrotada sala hace cuatro años.
Los dos recuerdan con nostalgia la emoción “del momento, la sensación de presenciar un fenómeno”.
“¿Se imaginan escuchar un gran discurso cerca de la una de la madrugada? De locos, ¿no?”, había dicho entonces Trump, antes de afirmar: “Van a dormir dos horas, van a ir a votar, y volverán a trabajar. Conozco a mi gente de Michigan”.
Su gente regresó el lunes, emocionada ante la posibilidad de darle otra sorpresa al mundo.
En un campo bajo un sol frío, jóvenes y mayores estaban engalanados con toda la parafernalia de fidelidad típica en los espectáculos de Trump: gorras, camisetas, banderas, y hasta una sudadera con capucha y leyenda “Lesbianas pro-Trump”.
“Él es el único hombre que me haría ser heterosexual”, bromea su dueña, Abigail Wall, de 27 años, quien vino con su esposa y su madre, Kolleen.
Por supuesto, madre e hija asistieron al mitin de 2016. “Ya sea que pierda o gane, es un momento histórico”, asegura Kolleen. “Pero cuando ves estos actos, ¿cómo puedes pensar que podría perder?”
“Volveré…”
La demócrata Hillary Clinton estaba tan segura de que tenía Michigan en el bolsillo que apenas puso un pie allí en 2016.
La candidata presidencial agregó un acto a último minuto en Grand Rapids, presionando a Trump a programar el suyo.
En Michigan, no hay condado que vote 90% a Trump como en el sur del país: aquí el electorado está dividido más equitativamente, es más moderado.
Entre la apatía de los demócratas de las ciudades y la exaltación de los republicanos en las áreas residenciales suburbanas y las zonas rurales, Trump superó a su oponente por 10.704 votos, el 0,3% del total.
En esta tierra de sindicatos, de mano de obra calificada, los fabricantes de automóviles Ford, General Motors y Chrysler forjaron la reputación mundial de Detroit.
Grand Rapids, la segunda ciudad más grande del estado, es más conocida por sus fabricantes de muebles y proveedores para la industria automotriz, cuyos edificios llegan hasta las tierras de cultivo que se extienden hasta las orillas del lago Michigan, una hora hacia el oeste.
“Volveré cada vez que abramos una nueva fábrica o planta de automóviles”, había prometido Trump en 2016.
El presidente republicano no pudo cumplir esa promesa (aunque está previsto que se inaugure una planta de Jeep el próximo año), pero ha dicho: “Michigan, será mejor que voten por mí, les tengo tantas fábricas de automóviles”.
La industria manufacturera perdió más de 5.000 empleos en 2019, más otros 60.000 debido a la pandemia de covid-19 este año.
Pero la economía local no está muerta: solo se está transformando, automatizando. Cerca de Grand Rapids, el alcalde de Kentwood, Stephen Kepley, dijo a la AFP que los empleadores no consiguen suficientes trabajadores hoy.
Uno de los grandes creadores de nuevos empleos es Amazon, cuyo propietario, Jeff Bezos, es muy vilipendiado por Trump.
El gigante del comercio electrónico abrió un enorme centro de distribución en Grand Rapids este año, y el lunes las retroexcavadoras avanzaban en el terreno, preparándose para construir otro.
Rick Bekins vendió su tierra a Amazon para el nuevo centro. La casa en la que vivió durante 19 años será arrasada para construir un estacionamiento.
“No voté por (Trump) para que fuera mi pastor, mi líder espiritual. Voté por él para que sea un líder del país”, dijo el hombre de 62 años sobre su voto en 2016.
“Cuatro años después, voy a votar por él, porque no tengo una mejor opción”.
Las urnas dirán este martes si Michigan todavía cree en la revolución de Trump.
* Con información de AFP.