Tras años de poder compartido entre el gobierno civil de Aung San Suu Kyi y los militares, todavía muy poderosos en el país, el Ejército de Birmania dio este lunes un golpe de Estado.
En las primeras horas del lunes, el ejército detuvo a la nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, y al presidente birmano, Win Myint, declaró el estado de emergencia por un año y colocó a generales en puestos clave.
Los militares llevan varias semanas denunciando fraude electoral en las elecciones legislativas de noviembre del año pasado, ganadas por amplia mayoría por la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Aung San Suu Kyi.
El ejército también prometió la celebración de elecciones “pluralistas, libres e igualitarias” cuando termine el estado de emergencia.
Desde la semana pasada, el portavoz del ejército había sugerido que los militares podrían tomar el control del país.
No es el primer golpe de Estado
Este golpe, condenado por la comunidad internacional, no es el primero: desde su independencia en 1948, Birmania ha estado gobernada por regímenes militares durante casi 50 años. Ya hubo dos golpes de Estado, en 1962 y 1988.
¿Cómo reaccionará la población? Aung San Suu Kyi, muy criticada a nivel internacional por su gestión de la crisis de los musulmanes rohinyás (cientos de miles de ellos huyeron de la violencia del ejército en 2017 y se refugiaron en el vecino Bangladés) todavía es venerada por una mayoría de birmanos.
Presintiendo el golpe militar, Aung San Suu Kyi dejó un mensaje para la población, instándola a que “no acepte” la toma del poder por parte de los militares.
Según el politólogo Soe Myint Aung, el ejército hizo todo lo posible para impedir la llegada al poder de la nobel pero no había previsto este “fallo”. Los militares están muy descontentos “de haber perdido un control significativo sobre el proceso político”, declaró el experto
*Con información de AFP