Un brote de violencia en un partido de fútbol en México que jugaban los clubes Querétaro y Atlas la noche del sábado ha dejado 26 personas heridas hasta el momento y ningún fallecido, dijo este domingo el gobernador del central estado de Querétaro, Mauricio Kuri.
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"Aunque no hay muertos, no podemos decir que esto no es una tragedia"NADIE ABSOLUTAMENTE NADIE ESTÁ CONFORME con lo dicho por el gobernador de Querétaro Mauricio Kuri respecto a lo sucedido en el Estadio Corregidora. pic.twitter.com/VWPUxd6Ekk
— 𝘼𝙧𝟮_𝙈𝙭🦎🇲🇽 #MxSinMiedo💕 (@ar2_mx) March 6, 2022
“El saldo de estos hechos al momento son los siguientes: 26 personas que requirieron atención médica hospitalaria, 24 son hombres y 2 mujeres. De esos 26, tres fueron ya de alta, de los 23 aún hospitalizados, tres se encuentran graves, 10 delicados y los 10 restantes sin gravedad”, dijo el mandatario en conferencia de prensa.
Kuri reiteró que hasta el momento no hay fallecidos por la gresca que obligó a detener el partido de la novena jornada del torneo Clausura-2022 del fútbol mexicano.
“Es una tragedia porque, aunque no hay muertos, no podemos decir que no es una tragedia y no podemos permitir que se politice”, dijo.
Por su parte, Enrique Alfaro, gobernador del estado de Jalisco, sede del Atlas, condenó la violencia y dijo que familiares de los heridos estaban por entrar a los hospitales a ver a sus seres queridos.
“Se debe de actuar con todo el peso de la ley”, dijo en un video difundido en redes sociales.
El sábado por la noche, Protección Civil de Querétaro dijo originalmente que había 22 personas lesionadas por la gresca, que ocurrió durante el minuto 63 del juego, cuando en las tribunas comenzó un enfrentamiento a golpes entre los seguidores de ambos clubes.
Ante la incapacidad de resolver los hechos, los escasos elementos de seguridad del estadio abrieron los accesos a la cancha para que la gente pudiera ponerse a salvo con el juego en marcha, por lo que decenas de personas inundaron la cancha.
Imágenes difundidas en redes sociales mostraron a varias personas ensangrentadas y tiradas en el suelo.
Por la invasión, el juego se detuvo de inmediato, los futbolistas se dirigieron a la zona de vestidores y la cancha comenzó a llenarse de gente; algunas personas, entre ellas familias con niños, buscaban ponerse a salvo mientras otras llevaron la violencia al terreno de juego con más intercambios de golpes.